La palabra estoico, en su uso moderno se refiere a aquella persona que es indiferente al placer, la alegría, así como la pena o el dolor.
No en vano, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define estoico en su primera acepción como “fuerte, ecuánime ante la desgracia” y lo mismo sucede con el diccionario de Oxford que lo viene a definir como una persona que sufre dolor o problemas sin quejarse o sin mostrar lo que siente.
Sin embargo, la doctrina estoica se basa más bien en guiarse por la razón y, debido a que no se puede controlar lo que sucede a nuestro alrededor, controlar lo que se piensa al respecto de lo que sucede.
Por ello, el estoicismo se fija especialmente en las emociones, a las que se refiere como pasiones, y que divide en buenas, malas e indiferentes.
Las buenas hay que potenciarlas, las indiferentes obviarlas y hay que lidiar con las malas.
La reflexión que hace el estoicismo al respecto es que a las personas no las perturban las cosas que pasan, sino las opiniones que tienen sobre esas cosas que pasan.
Por ello, se trata de enfrentar esas opiniones y antes de asumirlas, cuestionarlas como si se trataran de hipótesis y no de hechos firmes.
De esta forma, se pueden refutar buscando una perspectiva más productiva y obteniendo una respuesta racional a esas pasiones para convertirlas en emociones saludables.
¿Qué puede ayudar a ser una persona estoica?
- Identificar qué es lo que se puede controlar y que no.
- Lidiar con las emociones negativas y analizarlas usando la razón.
- Concentrarse en el momento actual y evitar el sufrimiento emocional por el pasado o el futuro.
- Preocuparse por los pensamientos, evitando depender de cosas externas.
- Escribir las cosas importantes de cada día para analizar cuáles se hicieron bien, cuáles mal y qué queda por hacer.
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