Era enero de 1982 y Héctor ya había escuchado de la historia de el caballo en la carretera. Iba rumbo al oriente del país con una gandola de batea cargada de refrescos. En aquellos años los conductores tomaban las vías en horas nocturnas.
Cuando eran dos de la mañana iba entre los límites de Miranda con Anzoátegui a más de 80 kilómetros por hora. No quiso quedarse en el último peaje a dormir, así descargaría y vendría de nuevo a Valencia. “Así gano un poco más y ya”, decía en el camino.
La noche estaba fría y le neblina un poco espesa y veía más camiones a esa hora sobre todo las camionetas que llevaban los periódicos desde Caracas. Estaba atento siempre ya que pasaban rápido y el les abría paso.
Decidió acelerar un poco para tratar de adelantar más subió las luces altas ante el despeje de la vía. “Aquí no hay nada, solo correr hasta llegar a Puerto La Cruz y listo”, decía Héctor al volante de la Mack color amarillo.
Ya un poco más rápido llegó a un tramo el cual lucía un poco más despejado además de que contaba con un trazado vial. “Bueno por lo menos la carretera esta bonita pa’ correr”, decidió emprender la marcha.
El caballo en la carretera
A lo lejos divisó que algo se estaba moviendo en la carretera, era como un animal de color castaño. El cual estaba en la vía, decidió halar el alambre de la corneta mientras vio que el caballo estaba en el medio de la rápida y la lenta.
¡Dios mío Señor!, dijo Héctor mientras bombeaba el freno para no impactar ante el animal. “No se me vaya a voltear esta carga”… decía el conductor mientras se aferraba al volante… mientras veía que el caballo estaba cada vez más cerca.
Pero ya cuando veía que el animal estaba cercano, vio como el caballo desaparecía del lugar. Héctor terminó colocando las luces intermitentes mientras se bajaba de la gandola. Quedando sorprendido ya que no encontró a ningún animal en el lugar.
**La historia está inspirada en la leyenda de carreteras “el caballo en la noche” en la vía que comunica a Miranda con Puerto La Cruz.
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