Un 15 de diciembre, las lluvias convirtieron en torrentes las quebradas desde la cadena montañosa que separa a Vargas de Caracas. Aludes de barro, agua y rocas arrasaron casas, inundaron edificios y llegaron hasta el mar, provocando escenas que horrorizaron al país y enlutaron nuestra Navidad de 1999.
Más de 200 mil damnificados y un número incalculable de cadáveres, fue el saldo dejado por las fuertes lluvias que azotaron a Venezuela en el mes de diciembre de 1999. Estas precipitaciones desbordaron las quebradas de la capital y colapsaron las principales vías de comunicación. Siete estados fueron declarados en emergencia nacional: Vargas, Distrito Federal, Miranda, Falcón, Táchira, Zulia y Trujillo y posteriormente Nueva Esparta.
Casas inundadas, comunidades destruidas, quebradas desbordadas, barrios desaparecidos, gente tapiada, muerte, desolación y miles de lágrimas que, poco a poco, fueron inundando los corazones de tristeza. Todos estos hechos, llevaron al caos a un país cuyas consecuencias quedarán marcadas para siempre.
Vargas, el estado más afectado, se convirtió en solo escombros de lo que un día fue el litoral venezolano. Las personas esperaban por rescate en los techos de las casas y en las azoteas de los edificios, ya que estos fueron cubiertos de lodo. La vía Caracas – La Guaira quedó casi destruida y unos de sus túneles colapsó por el lodo, reseña el portal web Diario La Voz.
Caracas también sufrió las devastadoras consecuencias de este tormentoso fenómeno lluvioso: sus calles se inundaron, las distintas quebradas se desbordaron y el agua arrastró a su paso vehículos, personas y viviendas. La urbanización San Bernardino colapsó totalmente, con el desbordamiento de la quebrada Arauco. Galipan quedó parcialmente destrozada y dividida en dos por las aguas. Cotiza y Lídice fueron notablemente afectados por la quebrada Catuche y otros fueron arrasados como Blandín y Plan de Manzano.