La necesidad y un despido injustificado convirtieron las manos de Carlos Hernández en pinceles sobre un lienzo suavemente manejable y lleno de libertad creativa, ¿el motivo? dar rienda suelta a lo que un día soñó, aunque lo tildaran «de loco»: convertirse en el mejor artesano de este país.
Con determinación aseguró que sería su propio jefe, «dije que más nunca iba a trabajarle a alguien», postulando así y de manera irreversible aquella pasta de barro de color marrón rocoso que cautivó a muchos en la niñez, mejor conocida como la arcilla, en su principal herramienta de trabajo, la cual continúa acompañando su vida desde hace más de 20 años.
«Enséñame lo básico», fue la primera petición de Carlos hacia su esposa, Hedith Hereira, quien ya se había educado en este arte desde tiempo atrás. «Me movió el piso, hubo una química (…) yo tengo que aprender a hacer esto, si lo ha hecho otro hombre, yo también lo puedo hacer. Sentí que encontré lo que yo andaba buscando«. Además, enfatizó que Hedith era la guía que necesitaba, «ella me transmitió esto».
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), es uno de los tantos organismos que ha reconocido la labor de estos artesanos empíricos como Patrimonio Cultural de la Humanidad, acreditándolos con la figura de coordinadores para el desarrollo artesanal en Carabobo desde el año 2005, lo que los impulsa a mantener su principal objetivo: ensalzar «nuestros legados, nuestras culturas y costumbres».
Sin moldes, patrones o estructuras predeterminadas, Carlos es capaz de proyectar la iconografía de etnias indígenas, prehispánicas, precolombinas, andinas, llaneras, entre muchas otras, tales como el Arco de Triunfo de Carabobo y soldados de honor. Por esa razón, recalcó que de eso se trata la artesanía «ir moldeando de manera libre, mientras se va dibujando en la mente».
Hernández solo necesita de sus manos, y unos utensilios creados por él mismo con paletas de madera para iniciar el diseño de las llamativas piezas en «su escuela» ubicada en Tocuyito, municipio Libertador del estado carabobeño; un amplio espacio que acondicionó dentro de su hogar donde solo se respira amor, arte y arcilla.
El tiempo de culminación de la pieza variará del modelo que se disponga a crear, luego se procede a realizar un secado al natural donde el ambiente toma protagonismo, una vez compactado se introduce en un horno especial por más de 4 horas y para finalizar parte del proceso creativo, se deja reposar por un tiempo.
Pinturas coloridas, palillos, hilo tipo pabilo, telas y plumas, son parte de los detalles que adornan la artesanía realizada, la cual recorre todos los rincones de Venezuela y el mundo, ya que algunas son entregadas a los mandatarios y personalidades internacionales que arriban al país. Además, cualquier persona puede disfrutar de estas obras o solicitar algún pedido especial.
Pero, ¿habrá materializado Carlos Hernández el sueño de ser el mejor artesano que ha cultivado este país? Sin duda la respuesta se revelará en ese sumiso lienzo que transforma con sus dedos, esa arcilla que revive a través historias, la cual se adentra en su corazón como «lo más importante» en su vida y la de su esposa Hedith.
Redacción: Raquel Almérida / Noticias24 Carabobo