Todo empezó gracias a una pasión intravenosa de la que no se percató. Nació con ojos chiquitos y oídos particularmente rítmicos. Al paso de los años, sus manos no han parado de moverse, se adueñan de un sinfín de cuerdas que simulan oxígeno para su vida, mientras que su voz va afinándose a cada segundo. Lo llamaron Silvio, pero su legado se ha catapultado con otro nombre.
Su madre tocaba el cuatro, “unos golpes de velorio decía ella (…) Yo jamás pensé que ella le daba, por lo menos conocía algunos tonos” y su padre no cantaba, “pero silbaba, y muy bien”, así que el acercamiento musical estaba predicho desde su nacimiento.
No había más que hacer y en 1976 decidió dedicarse de lleno a crecer en el mundo artístico. Con el tiempo, calificativos como compositor, arreglista, productor, poeta, cantante y multinstrumentista se enfilaron tras su espalda hasta el sol de hoy.
Época dorada
Trío Los Pelcas, Madrigal, Triángulo Vocal, Tres Signos, Perla Negra, Los Ruiseñores, Trío Evocación, entre otras, fueron las agrupaciones que le dieron un espacio a este poeta para interpretar grandes temas como «Alegre Amanecer«, «Mi Niña Bonita«, «Hola Soledad«, entre otros, los cuales recuerda con añoranza mientras disfruta de aquellos discos de acetato que aún conserva como valiosas reliquias.
La música fue ocupando cada vez más espacio, no solo en su vida, también en su casa, pues le tocó transformar un closet y convertirlo en un mini estudio. Allí realiza todas las grabaciones, “yo mismo le monto la guitarra, las maracas, mandolina (…) le hago todo”, y el resultado que sale de esos pocos metros cuadrados está disponible para incorporarse a un disco compacto.
Toda queda en familia
A los 33 años cambió su estado civil, de soltero a casado gracias a unas cuantas serenatas, contrajo matrimonio con una mujer que «ordenó su vida» y de esa unión nacieron 5 hijos, de los cuales “el último salió músico”.
Esta familia en ascenso la mantuvo de pie entre acordes y tonadas. En sus inicios, las pequeñas e improvisadas giras musicales, le permitían llevar un sustento económico de 20 ó 30 bolívares «de los de antes».
Actualmente, sigue atento a las presentaciones por venir con el “Ensamble PadrHijo”, agrupación que emprendió junto a su heredero menor. «El show dura 45 minutos y canto unas 10 canciones, aunque a veces la gente pide más y bueno nos quedamos un rato más», comentó entre risas, dónde el precio puede variar entre 50 y 60 mil bolívares.
Fama a la distancia
Aunque sus ojos dan un brillo especial cuando de letras románticas se habla, este compositor nunca fue muy amante de «meterse de frente a la vida artística”, la considera dura y difícil, razón por la que visualiza esta pasión como su mejor hobby.
Desde el jardín de su humilde casa ubicada en Ciudad Alianza, este cantante de 74 años de edad, sigue adueñándose de los instrumentos para sobrevivir, los cuales cuida como niños; refrigerando su mente con ritmos y tonadas, sin dejar a un lado el romanticismo, y apostando por esas dimensiones que le permiten bailar, reír y cantar.
Hoy, después de sumar 60 años de carrera artística, Silvio «Chino» Peralta le agradece a la música, sin saber que ella le debe mucho más a él…
Redacción: Raquel Almérida / Noticias24 Carabobo