A los 33 años Luz María se sentía muy joven, activa pero quería siempre vivir aventuras. Era adicta a tomarse fotos, subirlas a las redes sociales y darse a conocer; todo aquello la hacía sentir bella.
La administradora de empresas no podía más con la cruz de su divorcio y las infidelidades de su ex marido. Roberto, su ex pasó de ser de hombre perfecto al “innombrable”; poca atención le prestaba este a sus comentarios, por el contrario tuvo amoríos con varias de sus amigas.
Siempre la administradora trataba de estar entre el gimnasio, la oficina y la casa. Adoraba a sus hijos y sabía que eran su mayor tesoro; pero lejos de aquello quería conocer a alguien la cual la sacara de la rutina. Soñaba con unos besos intensos y las aventuras de internet.
Esas que podían darle un poco de felicidad y sentirse deseada por un hombre. Lloraba en silencio ya que a pesar de ser bella muchos se cohibían de decirle una palabra. La administradora siempre colocaba frases hermosas en sus redes sociales.
Quería sentir esa adrenalina de compartir fotos íntimas y soñaba con conocer a un hombre de verdad. “Aunque sea por internet… quiero una aventura, no es un riesgo”, decía la administradora.
Luz María y el galán de la red
Vio en Facebook a un hombre que rondaba los 30 años y le gustó, era de barba y buen físico. Cuando la administradora lo vio se interesó y le pasó la invitación; se sorprendió cuando este la aceptó de inmediato.
Soñaba con conocer aquel hombre y vivir de nuevo una aventura, había escuchado cuentos y cuentos; pero siempre ella decía que nada podía pasarle pues había un límite. “El límite, el donde empezar y donde terminar lo pone uno”, decía.
Jorge se presentó en las redes y poco a poco vio que la administradora era una presa fácil para lo que buscaba. En apenas días la dama de 33 años de cabellos con mechas y de sonrisa sensual se sentía feliz.
Incluso intercambiaron teléfonos y las conversaciones se hicieron largas entre el instructor de gimnasio y la dama. La administradora quería verlo… “mejor nos vemos después, tu sabes cómo está esto de la pandemia”; la administradora soñaba con ese instante.
Había un espacio para hablar con Jorge, sus hijos y el tiempo lo administró bien para poder chatear. Las conversaciones se pusieron muy calientes… ¿Qué me puede pasar si siento que lo adoro?; decía la administradora.
Más y más fotos…
Se dejó llevar por aquella voz y por las fotos, le resultaba extraño que le pasaba fotos de él entrenando; pero nunca de él hablando. Pero la administradora no se inquietaba ante eso. “Me siento bella, feliz, deseada y muy bien con él”; decía a sus amigas que este le había devuelto la vida.
Marbella y Glenda le decían que fuera con cuidado que en las redes había muchas sorpresas. “Yo creo que vas muy rápido, no sabes quién es y le mandaste fotos intimas así tan rápido”. Pero la administradora pensó que era envidia de sus amigas.
“No me puede pasar nada, yo soy la que quiere vivir y lo estoy haciendo”, decía la administradora. Vinieron las conversaciones calientes las cuales la hacía de forma desinhibida. Se sorprendía que lo invitaba a un café y decía lo mismo siempre.
“Bella Luz María, yo diera todo por conocerte pero tú sabes esto de la pandemia”, decía Jorge. La administradora quería verlo, abrazarlo y darle un beso. “Déjate amar vale”, no temas, le decía ella en sus mensajes.
La llamada
Luego de estar cuatro días sin contestarle los mensajes el hombre le dice que lo mejor era que le buscara dinero. La administradora se sorprendió de aquel cambio repentino. “Dinero para qué”… “Si no me pagas lo que pido te dejo al descubierto; tengo conversaciones y fotos tuyas”, tú dices…
Un frío le recorrió la espalda a la administradora con cada mensaje de voz que recibía de Jorge. “Tienes dos hijos y yo sé todo de ti, tú me dirás amor”… se sentía que estaba entre la espada y la pared.
Aquella noche la mujer no durmió estaba desesperada del amor pasó a los nervios y la suma que le pidió no podía pagarla. La administradora Luz María pensó además en hacer un robo en la empresa; para que aquel hombre no revelara nada de ella.
A pesar de que el hombre le dijo que no dijera nada a las autoridades ella lo desafió. La administradora lo denunció y contó todo lo que había vivido. Con lágrimas en los ojos pidió protección ante aquel desconocido; que pasó del amor a la extorsión.
La sorpresa
El comisario Escalante llamó a la administradora para que se presentara en la oficina de la autoridad policial. Se llevó la sorpresa a ver a Roberto su ex esposo en el lugar. El hombre había extorsionado a varias mujeres en Valencia; al pedirle dinero a cambio de no dar a conocer sus fotos.
Luz María, la administradora estaba sorprendida ya que le pasaba fotos de otro hombre. “Su ex marido tiene una red de extorsión y Jorge también está preso”, dijo el comisario. “Jorge era un instructor de un gimnasio; quien contactaba a las mujeres”.
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