Solo 21 años tenía Leticia cuando estaba en Guanare y decidió un día irse a Perú en busca de trabajo y otro estilo de vida. Ya varias de sus amigas estaban allá y se ganaban la vida atendiendo ancianos; además de cocinar y planchar. Su mamá no estuvo de acuerdo pero pensó que eran los sueños de ella.
“Allá voy a trabajar, tener una entrada mejor de dinero te mando plata a ti y para los remedios de la abuela”, dijo la joven. Emprendió el largo camino sola, con tantos recuerdos a la espalda; la muchacha no tenía novio. Prefería esperar un buen hombre.
Al llegar a Lima se encontró con sus amigas, “ya estás dispuesta a trabajar, mañana comienzas”. En efecto tenía que cuidar un anciano de 79 años; el cual era adinerado pero pocas mujeres se negaban a cuidarlo.
La caballerosidad sorprendió a la joven y dijo que Don Camilo era una persona a la cual tenía que tenerle paciencia. Pero el hombre por otro lado pensaba en conquistar el corazón de la muchacha; la cual apenas la vio se sintió enamorado.
El hombre en pocos días se quedaba escribiendo poemas y cartas; era muy obsesivo y desde que vio a la joven se sentía mejor. Pero el corazón de Leticia estaba lleno de bondad y trataba al hombre; como su jefe, lo atendía con las medicinas y reposo.
Leticia y el enamoramiento de Don Camilo
El enamoramiento y encantamiento de Don Camilo preocupaban a Leticia; ella veía su sombra en la noche por la puerta y le daba miedo. Pero confiaba en que él no le haría daño; una noche decidió sorprenderlo, ¿Qué hace usted levantado y espiándome?
Pero el hombre dijo que todo era por estar caminando y se molestó y le dijo que era su casa. Al otro día el hombre le daba a la joven un poema; pero ella poco los leía; se sorprendía con el buen salario que estaba ganando. Y esto era mucho mejor ya que le enviaba dinero a la familia en Venezuela.
Pero Camilo casi no dormía imaginando de todo con la muchacha; pero la respuesta de la joven era fría y le dijo que no estaba interesada en su amor. “Don Camilo yo no quiero echar a perder la confianza con usted; pero usted se enamoró sin yo darle motivos”; decía la muchacha.
Este le decía que podía tenerlo todo, aparte de la casa y de los carros que estaban en el garaje. Pero ya Don Camilo estaba sumergido en la obsesión por la joven y le dijo que se quedara toda la semana en casa; que él le doblaba el salario.
El espiral de no ser correspondido
El hombre de avanzada edad quería tener a la muchacha, dormir con ella y cuando ella salía, entraba al cuarto para oler su almohada; sin desordenar los peluches que esta tenía; los hijos de Camilo le reprochaban por las atenciones a la “joven venezolana”.
Pero le daba rabia no ser correspondido por la joven y ver su cuerpo, sus cabellos y no poder tenerla. Las peleas con sus hijos se hicieron más frecuentes; mientras la joven solo quería acumular algo de dinero; aprender un oficio y vivir su vida.
Para Leticia la vida era básica, no quería grandes cosas, solo estar tranquila; vio como su padre maltrataba a su mamá durante años y esto le molestaba; la joven se recordaba de esos años y le dolía todo aquello.
“O te casas conmigo o te mando a la cárcel”; le decía el hombre a la joven venezolana. Todo aquello estaba cambiando para ella y ya le daba miedo estar en la casa; sin imaginar lo que le vendría.
Camilo comenzó a ser más fuerte con la joven mientras esta le decía que se quedara quieto. Y ya estaba pensando en renunciar y buscar otro trabajo; pero le daba miedo ya que de paso el hombre tenía mucho poder.
Fatal desenlace
Leticia le dijo a Camilo que se iría de la casa y que volvería con sus amigas; que no tenía ningún derecho de tratarla de esa manera. Y que si era por trabajo se marchaba a otra casa a cuidar a otro señor. “Usted me tiene cansada con sus piropos”; decía la joven.
Pero Camilo sintió rabia y dejó que esta se marchara; enseguida llamó a la policía. “Policía, tengo una denuncia que hacer”, dijo el hombre. Simuló un robo organizado por la joven; y destacó que le había robado una cantidad de soles y dólares; además de joyas y hasta computadoras.
Leticia, estaba en la pensión donde estaban sus amigas y se sorprendió de aquel despliegue policial. Un periodista decía: “la joven venezolana robó al empresario Camilo Cañizales”; mientras la tomaban y le llevaban detenida.
No tuvo oportunidad de nada, ni siquiera de defenderse, no tenía nada del supuesto robo. No tenía en su poder joyas, ni dinero; como los soles que el empresario decía que la joven le había robado.
“Es la tercera extranjera que es culpable de robo en casa del empresario retirado; ahora la joven estará en El Establecimiento Penitenciario Anexo Mujeres de Chorrillos”; decía una periodista en el noticiero.
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