Geraldine escuchaba a Ricardo Montaner en su apartamento alquilado mientras hacía sus diseños de última moda. “Cada vez que te vas se eclipsa el sol se me seca el mar”, cantaba. Solo Virginia su profesora conocía los diseños.
La muchacha con 20 años estudiaba diseño de modas en Caracas pero casi nadie conocía su talento. Pensaba en Rogelio su novio con el cual había terminado. “Bah es una tontería pensar que va a regresar”
Virginia, la profesora en el fondo envidiaba el talento de Geraldine su juventud y hasta la belleza. La profesora y diseñadora de modas sentía que no estaba bien y que sus vestidos no habían tenido éxito. Le daba rabia ver cómo los diseños de Geraldine eran de última moda.
«Trae tus diseños a la academia y me los vas a prestar, no le digas nada a nadie», le dijo Virginia a la muchacha. Esa noche Geraldine tenía miedo… «Siento que me va a pasar algo, Dios mío santo cuídame».
Esa noche Virginia espero que Geraldine saliera para ofrecerle la cola, la joven diseñadora no dudó en aceptar. Mientras llovía en San Bernardino la joven bajó del carro y la profesora espero el momento exacto para atropellarla y dejarla sin vida; ya con los diseños podría hacer lo que quería.
Los diseños de última moda
Virginia en el velorio pedía explicación de lo sucedido e hizo creer que no había visto esa noche a la estudiante; como vivía sola pudo guardar los diseños. Lloraba y fingía sentir dolor por la muerte de la joven.
La policía investigaba la muerte de la diseñadora pero nadie había visto nada. No había rastro del carro que atropello a Geraldine y nadie en San Bernardino había visto algo. En otras palabras era un crimen difícil.
Un año después Virginia presentaba sus nuevos diseños los cuales hacían que recuperara el prestigio como diseñadora. «Gracias a Geraldine puedo tener dinero y fama otra vez», decía la mujer.
La colección la llamó Gaviota 91 por el año conservando el nombre original del proyecto de Geraldine. «No le dio tiempo de mostrar nada de su proyecto a nadie», decía Virginia. “Ahora todo eso es mío, mi prestigio”
La pista
Rogelio estaba conmovido de como su exnovia Geraldine había perdido la vida, recordaba los dibujos de Gaviotas que le había hecho. El arquitecto había perdido la cabeza por la diseñadora y veía extraña esa manera de morir.
Se asombró vino al ver de como Virginia mostraba un diseño igual de Gaviotas como él que le había regalado a Geraldine y no dudó en buscarla. La profesora se puso nerviosa cuando el joven se presentó en el salón del hotel para hablarle de Geraldine.
Le preguntó por el logo de la colección y Virginia dijo que lo había sacado de su imaginación. Pero Rogelio le dijo que se parecía mucho a un dibujo que le había regalado a Geraldine. Virginia se puso nerviosa esa misma noche.
La mujer en un año era buscada otra vez por los diseños y la fama, mientras Rogelio pensaba en qué podría hacer. Buscó ayuda en la policía quienes le pareció interesante la pista que mostraba Rogelio; la misma gaviota que le había dibujado a Geraldine.
Al descubierto
Virginia se sorprendió cuando unos detectives se presentaron a su oficina a buscarla. La mujer se puso nerviosa en torno al tema del diseño, dio una explicación a los policías alegando que las gaviotas se parecen pero que no era la misma.
»Claro que conocí a Geraldine y esos diseños son míos y no sé cómo murió», decía Virginia. Esa noche no durmió y sentía miedo de lo que estaba pasando. Al otro día la policía llegó a su apartamento y vieron a la mujer más nerviosa de lo normal.
Los detectives vieron unos diseños en su escritorio los cuales tenían la firma de Geraldine. La mujer no le quedó más remedio que contar lo sucedido a los policías. “Si yo fui la autora del crimen”.
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