viernes, noviembre 22, 2024
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La misteriosa piscina de pelotas

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Era 1990 y la piscina de pelotas era una de las atracciones de un centro comercial en Bogotá. “Si este negocio sigue así, vaya que me estoy haciendo ya millonario”, decía Sergio quien había comprado la gran piscina en Estados Unidos.

Los niños hacían cola en aquellos años noventa estaban copando la escena, el hip hop, las computadoras y la moda. La promoción era buena y cada vez iban más niños al lugar. En un mes Sergio había hecho dinero. “Puedo comprar varias piscinas y montarlas en otras zonas”, decía.

Pero el negocio tan lucrativo estaba opacando a los otros negocios que estaban en aquel centro comercial. Había figuras inflables y un sinfín de atracciones que la gente no veía y los pequeños siempre preferían la piscina de pelotas.

De la noche a la mañana, Sergio vio su negocio caer en menos de un mes, mientras que las demás personas dejaron de hablarle. De hecho, su negocio fue inspeccionado y revisaron todo lo que tenía. “Pelota a pelota fue revisada con el fin de ver que había. Y no encontraron nada”, decía.

Tanto fue la debacle que ya no podía seguir manteniéndola y la prefirió venderla. Los mismos estadounidenses que se la vendieron se sorprendían de cómo el negocio se había venido al piso.

La piscina de pelotas y el dueño en la ruina

Sergio, en meses perdió toda la fortuna que había construido, el negocio se le había venido al piso y nadie entraba al mismo. “La debacle fue tanta que yo tenía nueve empleados y tuve que venir yo mismo a atenderla”, dijo.

El rumor, la mentira y la quiebra

Un día, Sergio venía tomándose un café cuando se subió a un taxi y un taxista le relató una leyenda urbana que supuestamente había ocurrido en su piscina de pelotas. “Pero allí murió una persona en su negocio”. Sergio se quedó frío y contestó que no había muerto nadie.

El taxista le contó a Sergio toda aquella trama de leyendas que habían contado de su negocio de pelotas. “Que había una culebra, que había muerto una persona, incluso habían escritos sobre lo que había ocurrido”; pero todo se hizo con el fin de quebrar el negocio.

Un escrito hecho a máquina lo habían fotocopiado donde narraban algo que nunca había sucedido en la piscina. El mismo decía… “la misteriosa piscina de pelotas”, el mismo Sergio se asombraba al leer cada línea…

Toda esa mentira que alguien había inventado hizo que el negocio de Sergio se viniera al piso. Incluso vio como cada vez aquella calumnia se hizo más y más grande. Sergio camina ahora en las calles frías de Bogotá… recordando como aquella mentira le destrozó su vida…

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