Era 1887 cuando El Futre llegaba a la construcción de un tren que uniría a Mendoza con los Andes en Argentina. Los pobladores se asombraban de lo buena gente que era el sujeto el cual era conocido por su sonrisa y por vestir elegante.
Sus manos arrugadas y las camisas manga larga como un flux gris eran como su carta de presentación. De la noche a la mañana aquel hombre comenzó a ganarse a la gente de esos pueblos, era el encargado de captar obreros para construir el tren. Con un acento español “obligado” andaba de pueblo en pueblo.
Llevaba los planos, el pago, como era el encargado de llevar los avances de la obra, en cualquier parte era visto. Como conocido en aquellas zonas de la fría argentina, llamaba la atención que el sujeto era visto en todas partes.
El Futre caminaba largos trechos en aquellas zonas frías y distantes, y fue cuando una vez fue asaltado en el lugar. Nadie sabía quién le quería hacer daño, ya que para todos era una persona de bien.
El Futre y el dinero
Se decía que aquel día el hombre venía a pagarle a los obreros del tren trasandino, y que cargaba el dinero como unas joyas. Los pobladores encontraron al hombre sin vida y sin nada en los bolsillos.
Como tampoco encontraron su maletín, donde siempre llevaba el pago, además de que siempre llevaba documentos de importancia. Pero desde esos tiempos de finales de 1800 el hombre es visto en horas de la noche.
Convertido para muchos en un espíritu errante en aquella basta y fría zona apartada de Argentina. Caminando y preguntando a la gente por lo que pasó aquel día, donde luego desaparece en la oscuridad.
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