Este jueves murió el rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, a los 88 años de edad en un hospital de Bangkok, donde se encontraba ingresado desde hace más de un año por una infección pulmonar, problemas cardíacos e hidrocefalia.
Este 12 de octubre la Casa Real tailandesa reconoció que el estado de salud del rey seguía sin «estabilizarse», continuaba «bajo respiración asistida» y «bajo terapia de sustitución renal», además de sufrir «una nueva infección» interna.
Adulyadej es el monarca que más tiempo había permanecido en el trono en todo el mundo: 70 años, desde junio de 1946. Además gozaba de un estatus de semidiós, fruto de décadas de culto a su personalidad.
La muerte de Bhumibol Adulyadej, una figura casi divina, puede sumir a Tailandia en un período de incertidumbre. El monarca no tenía poderes políticos, pero era considerado como el único elemento de unión de una nación muy dividida.
El golpe de Estado de mayo del 2014, en nombre de la defensa de la monarquía, reforzó el culto a su personalidad y sus retratos son omnipresentes en todo el país. En esa sociedad budista, el rey conservaba su imagen tutelar y protectora de sus súbditos.
Pese a ello, la última década de su reinado estuvo marcada por una gran inestabilidad política, con dos bandos opuestos: las élites ultramonarquistas y los partidarios del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, considerado una amenaza para la realeza por las élites conservadoras.
A diferencia de su padre, el príncipe heredero al trono, Maha Vajiralonkorn, no cuenta con la misma simpatía de los tailandeses. Vajiralonkorn, de 64 años, ha sido protagonista de varios escándalos, que le han granjeado la antipatía de su pueblo.
Con información de Actualidad RT
