Serguei Krikaliov es un cosmonauta ruso que ha viajado en el espacio por un sorprendente lapso de tiempo. Su período en órbita comprende 803 días, 9 horas y 39 minutos. A esta cantidad hay que añadir que ha viajado en el tiempo 0.2 segundos.
Para entender su hazaña es necesario considerar ciertas condiciones que involucran al espacio-tiempo. Por estar más alejados del centro del planeta, los cosmonautas experimentan menos dilatación del tiempo gravitacional. Esto significa que el tiempo de los astronautas correría un poco más rápido. Cuando regresan a la Tierra, tendrían que regresar al pasado en comparación con cuando estaban en el espacio.
Cosmonauta ruso en el futuro
La dilatación del tiempo debido a la velocidad, significa que el reloj del cosmonauta ruso funcionaba un poco más lento. Esa lentitud transcurría de esa manera en relación con las personas en la Tierra. Con nuestra tecnología actual que limita (dilata) las velocidades de los astronautas, estas diferencias son minúsculas.
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Por ejemplo, después de 6 meses en la órbita, un astronauta ha envejecido menos que los de la Tierra. Sin embargo este envejecimiento ha sido sólo de 0.007 segundos. Los efectos serían mayores si la Estación Espacial orbitara a una velocidad cercana a la de la luz. Por ello, al sumar la velocidad acumulada, el cosmonauta ruso Sergei Krikaliov ha viajado en el tiempo 0.2 segundos.
Otro ejemplo de esta modificación temporal la encontramos en los GPS. De no ser por las calibraciones incorporadas, los relojes atómicos GPS ganarían 38 microsegundos sobre los relojes terrestres diariamente. Esta circunstancia reduciría su precisión de ubicación significativamente.
Último soviético
El cosmonauta ruso no sólo ha pasado esa gran cantidad de tiempo en el espacio. Kikraliov también se convirtió en el denominado “último ciudadano de la Unión Soviética”. Entre 1991 y 1992 pasó 311 días a bordo de la estación espacial Mir.
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Durante ese período la Unión Soviética se derrumbó. De modo que Kikraliov partió de la Tierra como ciudadano de la Unión Soviética. Pero al regresar encontró una alteración que iba más allá del tiempo que marcaba su reloj. Una vorágine de cambios políticos había sacudido su país y aterrizó como ciudadano ruso.
