Gabriela pasaba por algunas ventas ambulantes un domingo en El Silencio, Caracas en agosto de 1962 cuando vio el cuadro del niño triste. Un rostro de un bebé con lágrimas en los ojos le pareció llamativo y decidió llevarlo para su apartamento.
La maestra estaba recién casada y su marido Alberto no le objetó la compra. De hecho, no le pareció ni bien ni mal al respecto. Varios meses después como una especie de mala suerte cayó sobre la pareja; ninguno de ellos hablaba algo al respecto.
Misteriosamente el apartamento en El Silencio se incendió muriendo la pareja. Los bomberos retiraban lo poco que se había salvado de aquel domicilio. Entre ellos el cuadro, un vendedor ambulante le dijo a uno de los bomberos si podía quedarse con el cuadro; y este le dijo que sí.
María Luisa, le pareció muy expresivo el cuadro del niño, que tenía un hombre en venta en La Candelaria. La administradora lo compró para su estudio. Una noche mientras intentaba dormir escuchaba el llanto de un niño.
A la profesional graduada en la UCV le llamó la atención que al escuchar el llanto corrió al estudio; pero al abrir la puerta todo estaba en calma. Varias noches después escuchaba como si un niño correteara por el apartamento; mientras ella intentaba conciliar el sueño. María Luisa decidió dejar el cuadro abajo para que se lo llevaran.
El cuadro del niño triste
El asombro de la administradora fue al llegar al apartamento en la tarde vio de nuevo el cuadro en la puerta. Le pareció extraño y decidió llevarlo al cuarto de basura hasta que el mismo desapareció de allí.
Graciela, era una aficionada a comprar cuadros viejos y le gustó el que vio en manos de un hombre en Quinta Crespo. Le pareció un cuadro de mucha expresión y de buen color; “llévelo es un cuadro muy bonito, aunque el niño esté llorando”; le dijo el vendedor.
La amante de las artes estaba conciliando el sueño una noche cuando el cuadro que tenía en uno de los espacios se caía al piso. Al escuchar el ruido fue a la sala y se asombró de que aunque todo estaba cerrado el cuadro estaba en el piso; sintió como si alguien lo hubiese pateado.
Desde esa noche sintió el llanto de un bebé en la sala, de hecho le parecía extraño, los ruidos y lo que sentía. “Lo mejor será sacar ese cuadro de aquí”, dijo la amante de las obras de arte. Y decidió semanas después dejarlo en una de las partes.
Un hombre vagabundo que estaba cerca de la calle vio a la joven cuando dejó el cuadro en el lugar y segundos después fallecía. Una camioneta de transporte escolar perdía los frenos para llevarse a la joven por delante; la camioneta que transportaba varios niños comenzaron a llorar al ver a la muchacha sin vida.
El hombre de la calle
Elio, quién había visto a la muchacha dejar el cuadro se quedaba contemplando el cuadro del niño. “Este cuadro no tiene ni firma ni nada, y el chamito ta’ triste”, el hombre adicto al alcohol guardaba la pintura con mucho celo de los demás.
Pero unas noches después sintió como si alguien le estaba apretando el cuello y murió en la capital. Los bomberos rescataban al fallecido del lugar donde dormía en compañía de unos perros.
Uno de los bomberos dijo… “este cuadro como que es el de la mala suerte, estuvo en el incendio de la pareja del Silencio y ahora lo encuentro aquí”. El capitán de los bomberos Said Blanco, dejaba la pintura fuera del lugar mientras otro hombre se lo llevaba… hasta ahora se desconoce quien tenga dicha pintura.
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