Cada 20 de febrero se celebra el Día mundial de la Justicia Social, proclamado en 2007, por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Esta fecha está pensada para impulsar la acción de la comunidad internacional a favor de la igualdad de oportunidades y género, el pleno empleo y el acceso al bienestar para todos los habitantes del planeta.
También, busca comprometer a todos los Estados miembro para erradicar la pobreza y cualquier tipo de desigualdad social, según El Tiempo.
El concepto de justicia social surgió a mediados del siglo XIX para referirse a la necesidad de lograr un reparto equitativo de los bienes sociales. En una sociedad con justicia social, los derechos humanos son respetados y las clases sociales más desfavorecidas cuentan con oportunidades de desarrollo, en teoría.
Los países con mejor calidad de vida suelen ser aquellos que promueven la justicia social ya que la inequidad y las desigualdades generan violencia y promueven los enfrentamientos sociales.
La humanidad posee desde 1948 una excepcional herramienta totalmente desaprovechada que, por sí misma, es capaz de transformar el mundo y lograr tan nobles objetivos: la Declaración Universal de Derechos Humanos. A pesar de que los 193 países integrantes de la ONU la han ratificado, nada les obliga a su cumplimiento, y en la práctica es un mero papel no vinculante.
La globalización ha brindado oportunidades y beneficios a muchas personas, pero al mismo tiempo millones de trabajadores de todo el mundo han tenido que hacer frente a nuevos desafíos.
La economía globalizada ha traído consigo repentinas acumulaciones o transferencias de capitales, y ha ocasionado inestabilidad financiera.