Stephanie regresaba a casa cuando en una de las carreteras a las afueras de Madrid, el automóvil sin luces la sorprende. Era un carro negro, precisamente de la década de los sesenta. La joven queda sorprendida que el vehículo se quedara por segundos pegado a la parte trasera de su camioneta.
La estudiante de periodismo, respiró profundo y tomó con fuerzas el volante y decidió darle paso al misterioso carro de extremos vidrios polarizados. Respiró pero observó que el mismo se queda detenido trancando su paso.
Esta decide rebasarlo pero este se coloca en el medio de la vía, la muchacha hace sonar la corneta como intenta cambiando las luces. El vehículo se alejó un poco dando paso a la joven, quien no logra ver quién iba al volante de aquel carro.
“No sé quien maneja, pero ya me está poniendo nerviosa”, fue cuando aquel Pontiac GTO volvió nuevamente a acosar a la joven. Era octubre de 2005 cuando Stephanie decidió acelerar su vehículo.
El carro color negro, volvía nuevamente a tronar su motor para acercarse a la muchacha. “Vamos a ver quién de los dos puede”, dijo acelerando su carro, mientras el Pontiac volvía de nuevo al acecho.
El automóvil sin luces
La muchacha tragaba grueso, como sentía acelerado su corazón, mientras veía en su reloj que era la una y media de la madrugada. El misterioso conductor del Pontiac aceleró y pasó por el lado de la derecha.
Mientras esperaba que saliera otro vehículo de frente por aquella vía a las afueras de Madrid. La joven lograba colocarse al lado del misterioso carro, el cual no tenía ninguna luz encendida, como en la parte delantera como trasera. Tampoco tenía matrícula.
Stephanie, decidió dejarlo ir aquella noche, de hecho, de aquel vehículo ha escuchado miles de historias. Entre ellas que eran jóvenes que hacen eso, emulando la etapa de los años sesenta. Y lo hacen con la intención de hacerse sentir en las vías.
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