(Valencia, 29 de junio. Noticias24 Carabobo) «Me paran siempre en la calle, mucha gente que comenta: Oye Héctor, tú estás hecho, siempre con hembras y en fiestas. Y nadie pregunta si sufro, si lloro, si tengo una pena que hiere muy hondo», era una de las estrofas de El Cantante, la canción que escribió Rubén Blades para Héctor y que se convertiría en su sello personal. Ese era él, ‘El cantante de los cantantes’, el más grande sonero, y hoy, que se cumple el aniversario número 20 de su muerte, el mundo lo recuerda.
Héctor Lavoe es un nombre de leyenda, sinónimo de salsa en su más pura expresión. Aun así, este monstruo de la música conservó hasta el final de sus días la sencillez propia del nombre que le dieron sus padres, Panchita y Luis Pérez, cuando nació, el 30 de septiembre de 1946, en Puerto Rico. A eso también debió uno de sus más famosos apodos, el ‘jibarito de Ponce’, porque siempre vivió orgulloso de su raíz campesina y humilde.
Tal vez fue por eso que cuando la fama le llegó rápido y de golpe, después de que en 1967 se convirtió en el cantante de la banda del trombonista Willie Colón, se dejó llevar por el mundo de las drogas. Quizá no supo asumir su desbordante éxito de otra manera. Poseer tanto dinero tampoco le era natural, así que se tomó, inyectó y esnifó hasta el último dólar que le pagaron.
Cuando era apenas un adolescente dejó su hogar y su tierra natal para buscar fortuna en Nueva York, la Gran Manzana. Estaba cansado de que su padre insistiera en que debía estudiar para formarse y ser alguien en la vida. En la capital del mundo sobrevivió con lo que le daban su trabajo como lavaplatos y limpiando mesas, mientras vivía en la casa de su hermana.
La fama le llegó pronto y junto a Colón formó uno de los dúos más innovadores de la música latina. Pusieron a bailar a todo el continente con sus canciones, Calle Luna Calle Sol, Juanito Alimaña, La Murga, entre muchas otras. Impusieron el estilo propio de la salsa con sus letras urbanas, de historias de barrio propias de la vida que llevaban los inmigrantes en el Bronx o el Harlem Latino. Luego se convirtió en el líder de su propia banda y logró la gloria con canciones como Periódico de ayer, El Todopoderoso, Rompe Saragüey y Mi Gente.
Siempre se distinguió por ser ‘el rey de la impuntualidad’, pero aclaraba en la canción que lleva el mismo nombre: «yo no soy quien llega tarde, ustedes llegan muy temprano». Aun así, el público se dejaba hechizar por él a pesar de la espera, en gran parte gracias a su sentido del humor. Willie Colón decía que nueve de cada 10 veces los asistentes terminaban perdonándole sus retrasos, aunque en alguna oportunidad tuvieron que huir corriendo de la turba enfurecida.
Con información de Semana.com