Por caso, Japón. La tasa de desempleo ha caído a 2,8%, su nivel más bajo en 22 años, en gran parte gracias a los yenes que se emitieron en los últimos cuatro años. Quizá el dinero no crezca en los árboles, pero lo crea la computadora de un banco centra.
¿Qué hay detrás de este auge? No pueden ser los aspectos fiscales o estructurales de la Abeconomía, porque apenas se han puesto a prueba. Se sabe que no es posible enriquecerse con sólo imprimir dinero, pero hay excepciones.
De hecho, en los últimos años los presupuestos de Tokio se han caracterizado por su austeridad más que por el estímulo, y sus intentos de sacudir las normas e instituciones escleróticas del país, aunque han avanzado un poco, han topado con una gran resistencia de partes interesadas.
Es la parte monetaria la promesa de imprimir dinero mientras sea necesario hasta que los precios empiecen a subir de nuevo lo que ha conseguido más logros.
Pero esto no es todo lo que quería Japón. Después de todo, la inflación apenas acaba de subir de cero y todavía se encuentra muy por debajo de su objetivo del 2 por ciento.
Más importante que eso, sin embargo, es el hecho de que esto no ha hecho que el banco central de Japón se rinda, como ha sucedido otras veces. Hasta la Abenomía, Japón se limitaba a hacer lo suficiente para evitar lo peor, pero nada más.
Todo el dinero emitido parece haber dado a las empresas la confianza y la moneda más barata que necesitaban para expandirse un poco. Hasta hace unos años, a las compañías las frenaba que el gobierno hacía menos de lo que realmente podía para apoyar la economía.
Ahora Tokio dice que hará lo que sea necesario, y el desempleo finalmente ha caído tanto que las empresas pronto tendrían que empezar a luchar por los trabajadores con salarios más altos, lo que potencialmente daría a la economía el impulso que necesitaba para entrar en un círculo virtuoso.
Con información de Infobae