Camilo llegaba en su bicicleta a cubrir el tercer turno de la estación de servicio, recorría un poco en la noche en su bicicleta hasta llegar a la bomba. Era un 6 de agosto de 2006, la lluvia caía con suavidad, mientras el bombero iba abrigado.-
Saludó al compañero que salía, y se quedaba en la estación de servicio, no había nadie uno que otro camión pero nadie surtía. Sentía que aquella noche estaba misteriosa como si alguien estuviese mirándolo.
Mantuvo encendida las luces y la luz verde que señalaba que la bomba de gasolina estaba abierta. La lluvia seguía cayendo cuando ve un carro Fairlane como si estuviese sacado de agencia. El cual lucía completamente nuevo.
¿Y ese carro?, se pregunta así mismo extrañado, el mismo estaciona frente al surtidor, salió de la oficina y se va a atender al cliente… una voz ronca le dijo… “full”. Cumplió la petición y se quedaba asombrado con el carro, el cual era una verdadera reliquia.
Quiso preguntar algo sobre aquel Fairlane 500 color gris el cual tenía placa azul con letras y números amarillas que no se usa en el país, mucho antes de los 80. El hombre no bajó el vidrio, tenía guantes viejos y le paga con billetes completamente nuevos.
El tercer turno de la estación de servicio
Aquella noche se quedó pensando en aquel carro, como pensó que aquello solo era un automóvil de colección de alguien. El auto volvió a pasar varias noches, pero se sorprendía de ver que estaba completamente nuevo.
Pero unos meses después su tío le relataba de aquel misterioso carro, había tenido un terrible accidente en la misma carretera. “Si el mismo Fairlane color gris tuvo un accidente fuerte en la carretera”.
Pero lo más sorprendente para Camilo fue cuando se enteró que el día del accidente dicho carro tuvo un caso aun más misterioso. Y es que no habían encontrado a nadie dentro del mismo.
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