Martín acostumbraba a caminar en horas de la noche, se escapaba de casa y ve a la dama del velo negro. Se sorprende de ver en las calles cercano a la plaza a una dama, la cual caminaba con su vestido de antaño.
Eran los tiempos coloniales en Guayaquil, Ecuador, cuando este se escapaba por una ventana para tener un poco de libertad, de tomar aire. Este se asombró de ver a la mujer a unos metros y se ofreció a acompañarla.
Las calles empedradas de aquel pueblo se iluminaban con la luz y con la luna llena que aquella noche estaba en todo su esplendor. Martín era conocido por ser un admirador de la belleza femenina, pero desde aquella noche todo cambió…
Aunque sin acercarse tanto, le pareció un misterio verla con un velo y un sombrero a esas horas de la noche. “Tan bonita y con sombrero mi señora”, le dice. Pero la mujer siguió caminando sin contestar.
Martín no quiso acercarse, de hecho le pareció muy misteriosa aquella dama caminando a la medianoche. Trató de acercarse cuando la mujer con voz tenebrosa le dice… “no se acerque si no te quieres llevar un gran susto”.
La dama del velo negro
Martín intentó acercarse cuando la mano de la mujer, buscó acercarse al velo… las uñas pintadas de negro y a su vez sintió una brisa helada que no le permitió ver la cara. Décimas de segundos luego escuchó una risa macabra la cual lo confundió cayendo desmayado aquella madrugada.
La gente escuchó el grito de Martín el cual cayó en la calle… este respiró profundo… ¿qué le pasa hombre?, decían las personas que se acercaron a verlo… Martín narró lo sucedido… pero pocas personas le creyeron… unos le dieron la espalda y se fueron del lugar.
Desde aquella noche, Martín dejó de escaparse por la ventana de su casa y de caminar por la madrugada buscando conquistar mujeres ajenas…
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