La nueva Ley de Migración entró este miércoles en vigor en Brasil con el objetivo de igualar los derechos y deberes de los extranjeros a los de los brasileños, y facilitar su llegada al país como mano de obra, aunque aún está por esclarecer cómo aplicar el texto a la realidad, según especialistas.
La legislación, sancionada en mayo pasado por el presidente Michel Temer con una veintena de vetos, sustituirá al Estatuto del Extranjero, que data de la dictadura militar (1964-1985) y veía al inmigrante como «una amenaza a la seguridad nacional», explicó Diana Quintas, abogada en Brasil.
«Es una reforma total de la migración. Teníamos una ley que era muy proteccionista, muy cerrada, muy restrictiva (…) La nueva es totalmente abierta, da derechos y garantías y expresamente prohíbe la xenofobia y el racismo», afirmó la letrada.
Por otro lado, establece el visado de visitas, que englobará al de turismo y negocios, y permite a los extranjeros con curso superior o equivalente trabajar, en Brasil sin la necesidad de tener que llegar con una propuesta formal de empleo.
Entre los años 2010 y 2015, el número de empleados inmigrantes aumentó en Brasil el 131 % pasando de los 54.333 a los 125.535, lo que corresponde a menos del 0,5 % de los trabajadores del mercado formal de trabajo, según datos oficiales.
La ley también precisa definir un sistema de control, como el que ya funciona en países avanzados en recibir inmigrantes, como Canadá y Australia; y aclarar el papel del Estado en la garantía de los derechos y deberes, entre otros temas.
Ante estos cambios de calado, los organismos competentes tienen hasta un año para unificar los sistemas informáticos en base a la nueva ley, pero todavía no han empezado, afirmó Quintas. «De nada sirve tener una ley linda, abierta, pionera, vanguardista y equilibrada, si no se consigue colocar en práctica», concretó.
Con información de El Universal