Eran las dos de la madrugada cuando Manuel estaba en la estación del Metro de Caracas. Había más gente pero luego de la medianoche muchos agarraron para dormir unas horas; estaba en la estación y se sorprendía de que su primer turno fuera un poco aburrido.
El centinela entraba en un grupo nuevo luego de que varios de vigilantes renunciaran en aquel noviembre de 1998. Estaba recostado de una de las paredes, cuando siente unos pasos correr en una de las zonas que bajaba a los vagones. ¿Quién es a esta hora?
Enseguida prendió la linterna para asomarse a las escaleras, ya que había escuchado unos pasos bajar rápidamente. Pensó que quizá era algún muchacho de la zona pero al asomarse no vio a nadie.
“Es como si hubiese escuchado alguna voz, o pasos en ese lugar”, se quedó pensativo cuando escucha gritos en el túnel. Las luces de seguridad estaban encendidas. Escuchó como si varias personas estaban en el túnel. Pero al bajar no había nadie.
En la estación del Metro y el susto
Manuel tenía al menos una hora u hora y media que el supervisor le decía que entrara a la oficina para descansar y dormir por lo menos un rato. En un escritorio tenían una cama improvisada.
Pero esa noche mientras se recostó sintió que alguien abrió la puerta, el hombre silbaba y directamente se fue al baño. El vigilante quiso pararse pero en el medio del cansancio no podía hacerlo.
Sintió que abrieron la llave del lavamanos, incluso escuchó cuando salieron pero ninguno de las otras personas vio algo. Manuel dice que en cada una de las estaciones del metro hay una leyenda diferente.
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