«¿Cómo lo quieres? ¿Con todo?», esa la pregunta que caracteriza a los perrocalenteros antes de preparar su especialidad. Ramiro Abreu Medina es uno de ellos, sus perros calientes han estado presentes durante 30 años por las calles de Valencia, pero a diferencia de muchos, tienen un «toque especial».
El día de Ramiro empieza desde muy temprano, con la compra de los ingredientes para su jornada de trabajo: pan, salchichas, queso blanco, repollo y vegetales para las salsas que prepara él mismo, tales como la de guasacaca, picante y la famosa de ajo. «Desde las 2:00 de la tarde salgo a la calle y es mucha gente la que se acerca, pierdo la cuenta a veces (…) si no estoy, algunos me llaman porque quieren comer perros, pero de los que yo hago», comentó.
Con 59 años de edad, este tachirense nacido en La Fría pero con muchos años viviendo en Valencia, ha dedicado gran parte de su vida al comercio, «siempre me gustó esto y desde los 16 años me dediqué a vender«, enfatizó Medina. Además, agregó que su familia siempre lo apoyó en el negocio, «después que uno está grande no pueden hacer nada».
Al finalizar la jornada de trabajo a las 4 o 5 de la tarde, se va a casa con su carrito, el mismo de hace 30 años, y comienza a realizar los preparativos para el día siguiente, «la ganancia que me queda la invierto y ahí voy viendo».
Los perros calientes tienen un valor de mil bolívares, y los clientes pueden comerse hasta más de 2, «aquí vienen los hijos de aquellos que me compraban 10 años atrás, he visto a muchas generaciones pasar», resaltó, mientras despachaba un pedido.
Como dato curioso, las salchichas están previamente cocinadas, pero con aliños, lo que da un sabor diferente al momento de morder el pan junto a los demás ingredientes. Aunque Ramiro no quiso revelar su secreto, confesó que la salsa «especial» lleva perejil, cilantro y albahaca.
Su objetivo principal «era preparar perros como nadie lo hacia aquí», no solo por el sabor de sus salsas, sino en su presentación. Ramiro porta un gorrito y viste de blanco desde la cabeza hasta los pies. Al preguntarle por qué ese color, no dudó en decir, «uno tiene que andar impecable para atender a la gente».
Aseguró que no hay nada negativo en su trabajo, «a mí me encanta, esto es bien, es lo mejor». Junto a cada perro caliente da una tarjeta de contacto, característica que lo hace único. No cree dejar de vender nunca, mientras que la gente lo salude con cariño, «esto es un trabajo que se hace con amor, por eso creo que he durado tanto», finalizó Ramiro, mientras preparaba un perro caliente «con todo».