Suelo evocar despierto desde una ensoñación invernal, semejante a una ráfaga de luz sacra: el día en que la poesía transformó mi visión del mundo y la forma de recrear esta existencia moderna: ya amenazada por novísimas guerras con desaparecer.
Corría en la cofradía de mi generación aquel verano de 1977 una naciente efervescencia por descubrir lo imposible que atesoraban los libros de literatura, la poesía, el rock, las bellas princesas, el entrañable compartir familiar, la trova cubana, la mitología del Che y así una sucesión de irrepetibles sueños que nos inspiraban “ a tomar el cielo por asalto”.
Nosotros ya con esos prematuros 15 años éramos empujados hacia los senderos del misterio de mirar la vida como un compromiso de redención en todas sus formas y valores: yo leía y releía en esa época las obras de autores que marcaron mi contemplación de la realidad y su más allá: eran las novelas del premio Nobel Herman Hesse, las profecías de ese libanés universal Khalil Gibran, la cima del Zaratustra de Nietzsche, las iluminaciones del Tao y poco a poco todas las hojas que en la Librería Tixi -de la calle Bolívar de mi amado Tigre natal- conseguía pacientemente durante horas en el apartado de Literatura y Filosofía…. Los propietarios de ese tesoro escritural fueron unos condescendientes exiliados vascos que me permitían revisar esos estantes hasta llevarme a un módico precio las obras que mas me impactaban.
Esa mezcla de amar a mis padres, a la música, la literatura, la poesía, el seguir la contracultura hippie de los años 60 y 70, el compartir con mis amigos de crianza los temerarios juegos de la cuadra y a la vez transformarme en líder estudiantil del PRV en el Liceo Briceño Méndez: conspiraron con un temprano misticismo que me inspiró ya a esa edad temprana escribir mis primeros poemas.
Así entonces pareciera haber llegado de la nada en ese verano de 1977 la súbita inspiración que tuve al mirar -en plena clase de química de 4toa año- a un amplio ventanal bañarse de fría llovizna que humedeció el aire hasta lograr que ese irrepetible olor a tierra mojada nos tocara tan de cerca: fue así como en un cuaderno escribí por ráfagas mi primer poema titulado LLUVIA… Quise recrear ese mágico momento que se ha repetido sucesivamente en mi amor al paisaje, a la naturaleza y el enigma infinito que la vida con sus cielos y precipicios convoca.
Haber nacido en la Mesa de Guanipa, en el corazón del casco viejo de El Tigre al calor del eterno amor de mis padres y de mi familia en esos lejanos años fundacionales de mi existencia me ha hecho ser el hombre de bien que soy, cada día más simple y humano, más equilibrado y sencillo como las piedras de este extraño sendero que el caminante no mira al cruzar los bordes de la vida y la muerte más allá de los cielos de la desolación.
La poesía como salvación
*LA POESÍA COMO SALVACIÓN*
*Tarek William Saab*
Suelo evocar despierto desde una ensoñación invernal, semejante a una ráfaga de luz sacra: el día en que la poesía transformó mi visión del mundo y la forma de recrear esta existencia moderna: ya amenazada por novísimas guerras… pic.twitter.com/6fvJLiGZm9
— Tarek William Saab (@TarekWiliamSaab) May 17, 2024
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