El Monte Roraima, una de las formaciones rocosas más antiguas del planeta, esconde un mundo único en su cima. Esta meseta, que se eleva majestuosamente entre Venezuela, Brasil y Guyana, alberga un ecosistema prehistórico que ha fascinado a científicos y exploradores durante siglos.
Un paisaje de otro mundo
Al alcanzar la cima del Roraima, los visitantes se encuentran con un paisaje surrealista:
- Formaciones rocosas laberínticas: La meseta está repleta de rocas erosionadas por el viento y la lluvia, creando un laberinto de desfiladeros y formaciones caprichosas.
- Vegetación endémica: La cima del Roraima alberga una gran diversidad de plantas únicas, incluyendo orquídeas, bromelias y plantas carnívoras que se han adaptado a las condiciones extremas.
- Fauna singular: Insectos, aves, reptiles y pequeños mamíferos habitan este ecosistema aislado, muchos de ellos endémicos de la región.
- Pozos de agua cristalina: La meseta cuenta con pozos de agua helada y transparente, muchos de ellos con cristales de cuarzo en su interior.
Un ecosistema protegido
El Monte Roraima forma parte del Parque Nacional Canaima, un área protegida que busca preservar este ecosistema único. Sin embargo, el aumento del turismo ha generado preocupación por el impacto en la fragilidad de este entorno.
Venezuela tiene 115 tepuyes ubicados en el Parque Nacional Canaima, estos representan el 92% de estas formaciones geológicas en el mundo. En los tepuyes se conservan ecosistemas prehistóricos de incalculable valor.
Portal
La pared del monte Roraima se muestra imponente como un portal al verdadero “Mundo perdido” de Arthur Conan Doyle, en una nueva oportunidad para explorar esta maravillosa formación tepuyana; remontamos el piedemonte del tepuy hasta llegar a nuestro campamento base para pernoctar y agradecerle a “La madre de todas las aguas” por recibirnos con una energía pura y ligera que se transformó en un clima perfecto durante toda la expedición.
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