Aun quedan pero ya no tantos como antes, y es que en el kiosco de revistas encontrabas de todo. Estas estructuras siempre servían de referencia para las personas que buscaban una dirección.
Estos estaban en cualquier esquina del país, y los había de punta a punta, es decir en todas las ciudades. El kiosquero era además una persona amable, la cual tenía conocimiento de lo que vendía en el lugar.
Es decir desde la revista de cocina, comida, pasatiempo, mecánica, infantil, fotonovelas. Como los periódicos que tenía en el lugar, bien sea los regionales como los nacionales, pasando por los conocidos semanarios que también se extinguieron.
El kiosquero o kiosquera sabía que recomendarte si querías leer, la mayoría vendía libros, novelas. Clásicos, todos a la venta para aquellos apasionados de la lectura, incluso muchos de estos coleccionables.
Los kiosqueros se sabían toda el área donde estaban, es decir llegabas y le preguntabas una dirección y te decían como llegar. En esos tiempos no había GPS y esos aparatos modernos de ahora. Además que eran personas cultas, educadas, amables y apreciadas por todos.
El kiosco de revistas
Además había cartillas, libros infantiles, suplementos de salud, revistas para jóvenes, como de farándula. Toda la gama de la información estaba allí, todo lo que se refería a revistas estaban en este espacio.
Cabe destacar que estos tuvieron un auge en el país, desde el año 1990, en el año 2005 eran parte de una franquicia, es decir si quería uno podías comprarlo. La mayoría de los kiosqueros le colocaban otras láminas para vender más revistas.
Ni hablar de la gama de “chucherías”, allí había de todo, caramelos, chocolates, además de refrescos, maltas, y hasta una neveritas con helados. En otras palabras era un minicentro comercial en un espacio de dos por uno y medio.
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