Aquellas casas de la Valencia de ayer son las protagonistas de la parroquia San Blas del estado Carabobo. Allí, en una de ellas, se crea una especie de universo animal donde habitan un sinfín de “animales peligrosos”. Puede resultar una aventura, pero el trabajo de Adolfo Houtmann y su esposa, Eleonora, es apegarse a las leyes de la naturaleza y caminar con ellas.
Más de 10 serpientes de diferentes especies y 1 iguana macho dan la bienvenida al hogar, este último “cuenta con un tercer ojo en la parte superior de su cabeza, el cual le permite estar atento ante algún depredador que se acerque, y por su sexo, tiene 2 penes” explicó Adolfo, quién hizo hincapié en lo importante que es conocer las características de los animales.
Al preguntarle a Houtmann qué ha sido lo más difícil de cuidarlos, contestó sin pensar “la gente”, razón por la cual, cuando prestan algún tipo de ayuda con el “Proyecto Iguana”, no entrenan al animal, sino al humano. Y no es limitado únicamente para iguanas, sino para lo que denominan “fauna de riesgo”, lo cual abarca a serpientes, escorpiones, arañas, entre otros.
Este proyecto busca trasladar el hábitat natural de las iguanas hasta el lugar donde se encuentren, para que su desarrollo y vida animal no se vea afectada por factores externos, incluyendo la actividad de las personas. Así lo resaltó Adolfo: “Lo hicimos por primera vez en un hotel de la ciudad, que nos llamaron en vista de que empezaron a morirse las iguanas por los desperdicios que dejaban en las alcantarillas”.
Años después, el trabajo fue seleccionado entre 32 proyectos venezolanos para la creación de un documental, el cual se trasmitió por Animal Plante. “Este documental tuvo mucho impacto afuera, pero aquí no. Ellos valoran lo que nosotros tenemos, más que nosotros mismo. Aquí no nos damos cuenta de la riqueza que tenemos”, resaltó Adolfo, y añadió que la labor que realizan agrupa el desarrollo humano, industrial y urbano, lo que permite una protección ambiental completa.
«Temor por las serpientes»
Y si hablamos de las réptiles, desde Margarita llegó un nuevo integrante a la familia, una serpiente venenosa que mantiene desde hace 2 años, “es como una cascabel sin maraca” la cual se alimenta con ratones pequeños, ya que “todavía no llega a comerse uno grande o un pollito”.
Adolfo confesó que huía de este tipo de animales desde que vio a una mapanare morderle la pierna a un hombre, al que le prestó asistencia pero lamentablemente el final no fue positivo, “le cogí miedo, así de sencillo. Me quedé sorprendido, paralizado, de ver cómo algo tan pequeño, puede causar tanto daño”, desde ese momento, quiso enfrentar el miedo de la mejor manera, acercándose a las serpientes.
Como dato curioso, las “cajas de cristal” que conforman el serpentario del Acuarium de Valencia fueron diseñadas por Adolfo Houtmann, “introducí todas las serpientes que eran necesarias para iniciar y allí me quedé por 6 años trabajando”.
En ese sentido, ya han pasado más de 40 años y parece haber superado todo tipo de temores, pues sólo ha sido atacado una vez. Asimismo, Houtmann recomendó, que de llegar a tener una serpiente a pocos metros, “no hay por qué matarlas, se les recomienda subirse a algo que les de altura y no importa que griten, porque ellas son sordas”. Además, especificó que de haber alguna mordida por serpiente, se debe acudir a un centro médico y cerciorarse que el profesional sea un toxicólogo.
A través del blog “Eco Ambiente Houtmann” se pueden conocer mayores detalles de “la casa abierta a la naturaleza”, así como los proyectos implantados en Carabobo y otros estados del país, para la realización de evaluaciones, diagnósticos ambientales, asesorías, talleres, estudios ecofaunísticos, implementación de planes ambientales, y cualquier actividad dentro del contexto ambiental.