El abogado y analista político César Burguera, a través de su columna publicada los días lunes en el diario El Notitarde, señaló que ante los hechos violentos acontecidos en el país que han dejado trágicas consecuencias, es necesario que se imponga el diálogo, pues es la herramienta que garantizará la paz y la tranquilidad que necesita la Nación.
A continuación se presenta la columna íntegra:
El indeseable estallido
La retórica del odio, una irracional vocación por exacerbar la violencia como único y exclusivo instrumento e imponerlo como el intermediario entre cada uno de los protagonistas sectores, nos empuja a transitar inéditos senderos, es toparnos con el rostro y figura de lo que desconocemos. Es aguardar, hasta con cierta resignación, aquellas trágicas consecuencias que solo la hemos visualizado en aledaños territorios y patrias, aún asolados por su devastador paso.
Por ello es que ante cualquier circunstancia se impone el ineludible diálogo, ése mismo que ha llevado a contados herejes a satanizar al Papa, al Santo Padre, al Vicario de Cristo, a la mismísima cabeza de nuestra Iglesia Católica.
El diálogo se constituye como la básica y necesaria negociación política entre cada una de las antagónicas partes, que exigidas por el país, deben establecer sus prioridades y propuestas con el fundamental objetivo de que prevalezca la paz y tranquilidad de la Nación, apartando a un definitivo aislamiento a todos aquellos elementos y factores, algunos exhibiendo su condición de indeseables forasteros, que seguirán portando el boleto para emprender sin retorno la catastrófica travesía de la definitiva confrontación.
Resuena el atormentante ruido, el inquieto paso, se observa el arribo de una alteración del orden público de gran magnitud. Nunca habrá paz sin acuerdos políticos.
La espiral y sus foráneos aliados
Desde siempre la espiral de la violencia ha exhibido su reconocida condición de ser incontrolable, se puede advertir el inicio, el preciso momento del comienzo de su lúgubre andar, se llegan a identificar sus principales promotores que ignoran cuál será la culminación o definitivo desenlace de esa vorágine de agresión y arrebato.
Los objetivos dejan de ser secretos y se exponen para el colectivo conocimiento con la idea fija de intimidar, de arrinconar o hacer retroceder. Los foráneos aliados de la violencia ejecutan sus instrucciones, apresuradas visitas de presidentes mandatarios de la región para presentar, de sumisa manera, detallados informes en la ciudad de Washington que revelan el sofisticado plan y anteceden a insolentes e inadmisibles declaraciones emitidas por elevadas autoridades militares, como el jefe del Comando Sur, Almirante Kurt Tidd ante el senado americano, donde sin mayor recato expresara “Con los factores de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada bajo un enfoque de cerco y asfixia”.
Los locales extremistas en su obcecada e irrenunciable vocación de guerra han seleccionado al estado Táchira, entidad limítrofe para convertirla y asegurarla como insustituible cabecera de playa y defender esa privilegiada área hasta el aguardado momento en que se configure una sólida posición para iniciar un avance ofensivo.
Por ello es que no resulta casual que guarniciones militares en la zona fronteriza hayan sido objeto de desproporcionados ataques, contando para tal fin con moderno armamento y perfeccionada logística.
Han llegado a configurar un geográfico eje y convertirlo en verdaderas zonas de guerra, que incluye Táchira como vía de insustituible acceso a territorio patrio, Carabobo donde convergen la totalidad de las principales arterias viales del país y finalmente la capital de República, Caracas, donde los mercenarios pretenden dar la definitiva y cruenta confrontación. Olvidan, no llegan a comprender que nunca habrá paz sin acuerdos políticos.
Con información de Notitarde