Era el año 1953 en Tucumán, Argentina, entre el frío y la soledad una mujer daba a luz a un niño; que sin saberlo se convertiría en El Vampiro de La Ventana; esta es la historia de un asesino serial en el país del sur que todavía la gente recuerda.
Florencio Roque Fernández sufría de psicopatía cuando era niño, la familia al saber el cuadro lo abandonó a su suerte. Era una ser muy pensativo y muchas personas le temían; no aprendió en la escuela y la calle lo hizo más violento. Supo defenderse con fuerza de las personas que le atacaban.
No tuvo rastros de amor y era una persona muy ruda, así pasó su adolescencia, entre peleas; golpes e insultos. El sujeto era conocido en el barrio de Tucumán para muchos era un demente; y así pasó esa etapa de su vida. Hasta que descubrieron que era esquizofrénico.
Pero pocos pensaron que una película le haría cambiar su vida para mal; a los 18 años vio el film Drácula. La película del actor Bela Lugosi lo convirtió en ese personaje que amaba la sangre; y que buscaba atacar a las mujeres solas.
Desde esa noche en su mayoría de edad comenzó a creerse un vampiro, dormía en una alejada cueva; donde nadie sospechaba que de allí se escondía un asesino en serie. Aquella noche comenzó a atacar a las muchachas solitarias.
El Vampiro de La Ventana, atacaba a las jóvenes
El joven no despertaba ninguna sospecha de que podía ejecutar un crimen tan perfecto. Las casas en Tucumán eran las mejores para ejecutar su macabro asesinato. Al creerse un vampiro entraba por la ventana y mordía el cuello de las mujeres hasta matarlas.
En Tucumán la historia comenzó a tejerse de muchas maneras, las casas las protegían con cruces y cascaras de ajo. Decían que si era un vampiro tenía que tenerle miedo a la cruz; pero nada de eso alejaba a aquel misterioso joven.
La policía se sorprendió de aquel ataque el cual parecía digno de una película. Nadie pensó que era precisamente aquel joven que salía en horas de la noche. Sufría de fotofobia y no le gustaba los rayos del sol.
Durante siete años atacó a quince mujeres asesinándolas a todas de la misma forma; bebió sangre de estas. Incluso se pensó que aquel joven las buscaba vírgenes; pero luego ese comentario se desmintió. No dejaba pistas ni huellas y era una persona que a pesar de comer poco tenía gran agilidad y fuerza.
Era joven y sabía donde atacar, estudiaba las víctimas y solo entraba por alguna ventana abierta; asesinaba para luego marcharse del lugar. No dejaba pistas y menos algo que lo identificara; hasta pensaron que era descabellado pensar que aquel joven era el Vampiro.
Detención muy pintoresca
A muchas personas en Tucumán le pareció algo fantasioso pensar que el joven de la cueva era el asesino en serie. Durante siete años mató a las mujeres de la misma forma; pero cuando se le preguntó dijo ser él y lo dijo sin pena y reparo.
La policía lo apresó y este comentó todo el modus operandi, esa noche de 1958 dijo durante horas toda la verdad; y comentó como había asesinado, entrado y atacado a las chicas. El joven silenció a toda la comisaría; y prefirieron quedarse lejos de él.
Mientras aquella noche reía solo al estar en un calabozo con un bombillo; donde aquella luz le molestaba. Aquel 14 de febrero de 1960 la vida del joven cambió para siempre; decidieron internarlo en un hogar psiquiátrico a pesar de los crímenes.
Ocho años después ya aquel joven se había convertido en un adulto de 33 años que murió por causas naturales. Pero siempre será recordad como el Vampiro de la ventana; el asesino de mujeres en Tucumán.
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