viernes, noviembre 22, 2024
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La muchacha de la parada de la Banaven

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IOTA Latino
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Era 1995 cuando la parada de la Banaven era una de las más transitadas en la bulliciosa Valencia. Carla vivía en Naguanagua y soñaba con ser doctora, la medicina le apasionaba; y era una de las mejores estudiantes de la Facultad de la Universidad de Carabobo.

Soñaba con ese momento de graduarse, de dar a su familia esa alegría de obtener el título universitario. Era delgada de cabellos negros y su bello rostro angelical, una muchacha de su hogar; sin novio y muy apegada a sus estudios y su casa.

No importaba las horas que tenía que estudiar e ir a la biblioteca, el aprender la llevaba a hacer grandes sacrificios. La avenida Bolívar era especie de un gran centro comercial donde había librerías; y allí hasta las personas de las “fotocopiadoras” colaboraban con los estudiantes.

Es por ello que era común ver a los estudiantes de medicina buscando pedazos de resmas; hojas usadas, de esa manera se estudiaba. Carla era una de las aplicadas, los profesores siempre resaltaban ese extra que le colocaba en cada materia.

“Carla es una de nuestras estudiantes insignes”, decía uno de los profesores de la Universidad de Carabobo. El transporte público por supuesto reclamaba a los estudiantes por el llamado “medio pasaje”; Carla siempre iba y venía y sin duda era luchadora.

La muchacha de la parada de la Banaven

Aquella tarde, Aracelis, madre de Carla sintió un escalofrío cuando la escuchó cantando en el baño. Tenía ganas de decirle que no fuera ese día a estudiar, se iba a reunir con unos estudiantes en la avenida Bolívar. “Dios mío, este escalofrío maluco”, dijo Aracelis.

Carla se vistió con una blusa amarilla, un jeans azul y a la carrera se comió el arroz con un muslo de pollo. “Mija pero deja la carrera”, le dijo Aracelis aun acordándose del escalofrío que había sentido.

Pidió la bendición y a Aracelis se le aguaron los ojos… “Dios mío cuídala”, pasaron las horas… y la noche avisó que Carla no llegaba. Aracelis comenzó a llamar a todo el mundo, a esperar… pero no hubo aviso.

Preocupada… Aracelis se vistió y salió a buscar a algunos amigos que le dijeron que Carla había salido a las siete de la noche a la parada de Banaven. “Si señora Aracelis ella se vino antes, estaba con nosotros en la Bolívar; y estaba en la parada de la Banaven; donde la vieron por última vez”.

Fueron pasando los días, las horas de aquel lluvioso 1995, los estudiantes colaboraban con fotos buscando a la mejor estudiante de la Facultad de Medicina. Del cual no hubo un rastro, una pista que la ayudara a encontrar.

En la parada…

De la estudiante no hubo nunca una información, las fotos de Carla se multiplicaron en las calles de Valencia. Pero nadie dio noticias de ella.

Algunos conductores de taxis han visto a una muchacha frente a la famosa torre de la Bolívar en horas de la noche. La cual llama la atención por la ropa que lleva; la cual es una ropa vieja; incluso con libros y el cabello negro…

Otros destacan que en horas de la madrugada está una joven en ese espacio esperando a alguien. La ven allí solitaria frente a la famosa torre de la avenida Bolívar…

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