Los gatos siempre se han caracterizado por ser más independientes que los perros. Por ello, tener un felino en casa no siempre implica una compañía para jugar constantemente o acariciar con frecuencia.
Necesitan su espacio pero, con el tiempo y a su manera, saben retribuir el amor hacia sus amos.
¿Cómo llevarse bien con un gato?
- No utilices tus manos o pies para jugar con él. Si quieres conservarlos, usa juguetes para gatos.
- No le tires contra el juguete, tira el juguete en una trayectoria que se aleja del gato para que él pueda cazarlo.
- No le eduques a golpes o gritos. Conseguirás que el gato te coja miedo o se defienda. Busca otras maneras.
- No le persigas, no le grites y no lo mires fijamente si quieres que venga. Dale tiempo y espacio. Los gatos suelen acercarse a la persona más tranquila.
- No le arrincones ni lo bloquees para acariciarlo, se asustará. Cuando el venga, dale una buena sesión de mimos.
- No aproveches cuando duerme para molestarle sobre todo si cuando está despierto no le gusta que le toques: para un gato el descanso es sagrado.
- No le molestes cuando hace sus necesidades, puede que lo traumes y deje de usar la bandeja con tal de estar tranquilo.
- No le tires de la cola. Con ella se comunican, guardan el equilibrio y es súper delicada.
- No le rasques la barriga, las patas o la cola, mejor ve directo a la zona delante y detrás de las orejas y debajo del mentón. Le encantará.
- No lo levantes por la piel del cuello sobre todo si es adulto. No les suele gustar nada.
- No lo cojas en brazos sin haberte asegurado antes de que le gusta que lo levanten. Muchos gatos prefieren tener las cuatro patas en el suelo.
- No lo intentes tranquilizar si de repente aplana las orejas, empieza a bufar o gruñir, mientras da latigazos con la cola. Será mejor que le dejes tranquilo.
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