Dominio. Eso es lo que hizo este miércoles Manchester City ante Real Madrid en el partido de vuelta de semifinales de la UEFA Champions League, que ganó por 4-0 para un resultado global de 5-1 en la serie.
Fue un 4-0 claro, que no hubo mística copera del Merengue que pudiera empañar. El City ejecutó una obra brillante, casi perfecta.
El doblete de Bernardo Silva en el primer tiempo fue simplemente la consecuencia lógica del aplastante juego de los Citizens: hilvanando largas jugadas a puro toque de primera, encontrando siempre los espacios en el mediocampo, atacando por los dos laterales y con un Jack Grealish muy inspirado.
Pero es Real Madrid. No hay que olvidarlo. Y por si alguien no lo tenía presente, en medio del monólogo del City, el alemán Toni Kroos enmudeció al Etihad a los 34 minutos con un gran disparo de larga distancia que se estrelló en el travesaño.
El segundo tiempo tuvo más lógica. El Merengue sacó a relucir su orgullo, mostró la rebeldía que no tuvo en el primero y, por lo menos, agarró la pelota.
El City cedió la posesión y se paró de contra, con Erling Haaland en su situación ideal: correr a campo abierto.
Manchester City finalista de la Champions
Sin embargo, el tercer gol, el que terminó de sentenciar la serie, no llegó por esa vía, sino desde un centro frontal que cabeceó hacia el arco Akanji y se desvió en Militao, desorientando a Courtois.
Sobre el final y con Real Madrid resignado, el argentino Julián Álvarez volvió a demostrar que está para los grandes partidos: definió bárbaro un gran pase de Phil Foden para poner el 4-0 definitivo.
Un partido redondo de los hombres de Pep Guardiola. Les salió todo, minimizaron a un equipazo como Real Madrid y le mostraron a su rival de la gran final, Inter, el poderío que deberá enfrentar.
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