Gonzalo salía de trabajar luego de un arduo día en la zona de Calicanto, no sabía la leyenda del taxi de medianoche en Maracay. Salió a las doce y veinte de la noche y tenía que llegar por lo menos rápido a su casa.
Respiró profundo y se sorprendió que en la vigilancia del edificio en la zona de Calicanto no viera a nadie. Luego de más de un cuarto de hora esperando un taxi ve un Malibú classic del año 1977 el cual venía. Le sorprendió el color rojo… ¿Cuánto me cobra hasta San José? Le preguntó al hombre.
“Suba allí vemos”, el carro olía a madera, como si habían transportado troncos, no le vio la cara al taxista quien manejaba con un curioso sombrero. El acento del hombre que iba al volante le pareció extraño. Era el idioma español pero era un acento extraño.
El hombre aceleró el Malibú mientras iba en sentido oeste por la avenida 19 de abril. “Recuerde que voy a San José”, “yo soy el que manejo”, le dijo el hombre mientras tocía de manera persistente. En pocos segundos atravesó la Plaza Bicentenaria para llegar a la avenida Bolívar.
Aquel Malibú rojo iba a toda velocidad, mientras Gonzalo le dice… “amigo le dije que iba a San José”. La respuesta del hombre le heló la sangre… “para allá no han hecho carreteras. No se asuste que yo te llevo, pero por donde yo conozco”.
El taxi de medianoche
Gonzalo estaba al borde de los nervios mientras que aquella máquina fantasmal color rojo atravesaba Maracay. “No se asuste oyó, yo te llevo no ves que para allá no han hecho carretera”.
El hombre atravesó la avenida Bolívar saliendo a un costado del cementerio la Primavera por la calle Mariño. Ya al sur de la avenida Constitución. “Ves que por aquí si está hecha la carretera y uno sale para allá pa’ San Jose”. Mientras el conductor del taxi suelta una carcajada que lo deja frío y asustado.
“Señor le agradezco que me lleve a San José, no sé de dónde saca que para allá no hay vías”. Mientras el trayecto se hacía largo el hombre aceleró por la avenida Los Cedros hasta llegar a San José.
Pero mayor sorpresa fue lo que le dijo el misterioso taxista el cual no lograba verle la cara en la oscuridad… ¿cuánto le debo?, deme dos monedas de uno, y bájese tranquilo. ¿Monedas aquí no tengo monedas”. “Bájese no se preocupe”, le dijo el hombre.
La leyenda del misterioso taxista es una de las que la gente poco conoce. Se dice que el hombre solo conoció lo que eran las vías de otros años en la capital aragüeña; en la época de Juan Vicente Gómez.
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