Subió al último piso, trepó hasta lo más alto del Hotel Hesperia WTC Valencia y decidió saltar a más de 60 metros de altura. Retando a la vida, a la adrenalina y a la libertad absoluta.
Ya tenía todo planificado, siempre lo hace. Días antes había visitado el espacio, hizo una exploración y calculó cómo sería la caída. Para algunos fue una completa locura, pero para Christian Glader, extrema felicidad.
Lleva rato dedicándose a ello, convirtiéndose en profesional del deporte extremo gracias a las disciplinas del Freeetyle Motocross y el salto BASE.
Christian empezó realizando saltos desde el avión, pero después del número 200, fue cuando logró sentirse preparado para poner sus pies al borde de cualquier abismo.
La esencia de esto, que resulta una especie de paracaidismo con una ejecución diferente, es ubicarse en objetos fijos sin velocidad inicial.
El acrónimo B.A.S.E. hace alusión a las cuatro categorías de donde se puede saltar: Building (Edificio), Antenna (Antena), Span (Puente) y Earth (Tierra).
Sello venezolano
Él sabía que su vida cobraría altura. Mientras veía televisión siendo un pequeño, Chris se encontró con comerciales que le mostraban lo que ahora es su vida: el salto base y también la combinación con el motocross.
“Quedó grabado en mi cerebro desde niño, y quise en algún momento tener algo que ver con eso”, resaltó.
Christian Gadler no ha sido el único en soñarlo así. Son varios los venezolanos por el mundo que disfrutan de las alturas a través de la disciplina del salto BASE.
Pero activamente, él y Carlos Pedro Briceño, otro criollo que acumula icónicas hazañas en el aire, se han encargado de mantener la adrenalina en el país sin ningún tipo de acrofobia.
Christian Gadler a casi 1.000 m de altura
Con el paso de los años, ha ido coleccionando varios saltos por el mundo, pero los marcados con sello venezolano lo hacen subirse a un gran pódium:
- Puente sobre el lago de Maracaibo en el estado Zulia con aterrizaje sobre el agua.
- Teleférico de Mérida a 4.050 m sobre el nivel del mar.
- Torres de Parque Central en la ciudad de Caracas a más de 250 m de altura.
- Los Morros de San Juan en el estado Guárico a más de 300 m sobre el nivel del mar.
- Chimeneas industriales de la urbanización Las Chimeneas en Carabobo con una altitud de 76 m.
- Estadio Metropolitano de Lara; situado a 566 m sobre el nivel del mar.
- Monumento Manto de María en el estado Lara con 63 m de altura.
Y el que resulta extremamente significativo, desde una de las 7 maravillas del mundo; el Salto Ángel con una altitud de 979 metros.
“Todos los saltos han tenido lo suyo. Siempre da algo de temor. Es imposible acostarme a dormir y no pensar en lo que voy a hacer. Hay que estar muy concentrado al momento de realizarlos”, confesó Christian con orgullo.
Extrema felicidad
Dicen que lo extremos siempre son delicados y cada quién decide tomar sus riesgos, por eso Christian está claro y no solo se resguarda en el salto, sino en lo que debe hacerse antes de mirar al vacío.
“Lo que te va a llevar a que un salto sea exitoso es hacer un buen estudio previo. Ciertamente hay partes de las que no tienes control, pero otras que sí”, detalló.
Más allá de eso, Chris se ha enganchado con la naturaleza de este deporte. No es solo sentir que vuela; “te acompañan paisajes espectaculares (…) Todo eso conlleva una aventura. Todo da mucha felicidad”.
Aunque lleva un par de años viviendo en España y recorriendo el mundo con esa pasión extrema, este carabobeño de corazón valenciano no ha dejado de ponerse el casco, cargar su mochila, darle rienda suelta a su paracaídas y aterrizar, literalmente, en su país.
El próximo reencuentro con Venezuela no debe tardar mucho, Christian Gadler ya tiene decretado que los tepuyes Roraima y Acopán lo esperan desde lo más alto.
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