sábado, abril 27, 2024
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El amor llevó al abuelo al crimen

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Eran las seis de la tarde en la ciudad de Lima en Perú, el abuelo Roberto se había enamorado perdidamente de una muchacha venezolana. Carolina había llegado con mucha energía a trabajar; el pago era bueno y tenía expectativas cuidando al hombre.

Roberto apenas vio a la joven se enamoró perdidamente y simulaba estar enfermo con el fin de darle lástima. Podía caminar y moverse a sus 74 años de hecho, se mantenía haciendo ejercicios desde muy joven; estaba jubilado y vivía bien.

Carolina se había marchado a Perú, dejando a su hijo en Barquisimeto, tenía 22 años, no le gustaban los malos pasos. Era integra y muy correcta y lo principal se daba a respetar. Pero Roberto quería conquistarla, tenerla y hasta casarse con ella.

Ya la abrazaba y la joven lo hacía en tono de amistad, “Ey don Roberto no se pase de la raya”, le decía la muchacha. Apenas le pagaba la familia del septuagenario mandaba el dinero a Venezuela; era aquel año 2017.

La joven se quedaba en la casa, atendiendo al hombre que simulaba estar triste para ver detalladamente a la muchacha. El hombre había quedado viudo desde los 59 años luego del cáncer de su esposa; pero enloquecía cuando veía a jóvenes. “Esta venezolana que bella es”

El crimen del abuelo

Carolina le había llamado la atención a Don Roberto por tocarle el trasero sin querer; el pedía disculpas, pero la joven se molestaba. “Usted se está pasando de la raya, yo soy su empleada, le agradezco respeto”. El hombre de la tercera edad se quedaba en silencio sin decir nada.

“Me gustas… pero me molesta tu negatividad”, decía el hombre en la soledad de su habitación. Le molestaba la negatividad de la muchacha… Le dijo a la joven para salir, que el aun manejaba y la muchacha aceptó.

Al llegar a uno de los lugares apartados quiso abusar de ella, Carolina estalló en llanto pero ante los insultos este la golpeó con un bastón; cuando la vio sin vida, volteó para todos lados, se montó en el carro y se fue.

El hombre espero tres días y en las noticias no había rastros de Carolina y decidió inventar una coartada. “Diré que está desaparecida y podré salvarme”. Al llegar a la comandancia dijo: “Carolina mi cuidadora, la mandé por unas compras y desapareció; de paso en mi casa falta un dinero que tenía ahorrado”.

Los nervios lo dejaron al descubierto

La policía encontró a la muchacha muerta y llamaron al hombre a declarar, Roberto tenía miedo de verla. “Tengo que calmarme y decir las cosas como son”, pero ante los nervios y las preguntas de los policías quedó al descubierto. Roberto quedó detenido y la justicia de ese país lo declaró culpable por el crimen cometido.

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