El cantante nocturno va tarareando Madrigal de Danny Rivera, mientras se encuentra en el bulevar de la Constitución en Valencia ya con más de setenta años camina entre el aire carabobeño. Nadie lo reconoce luego de ser uno de los famosos de los años setenta.
¿Usted no me recuerda?, le dice a una dama de cabello negro y perfecta figura que ni voltea a verlo, en un viejo maletín de cuero conserva todas aquellas fotos. Las presentaciones y de cómo incluso lo rechazaron para programas.
“Dos canciones creo que pegó usted, pero no recuerdo”; le dice un hombre de paso apurado en las cercanías de la Plaza Bolívar en el centro. La ciudad ha cambiado y siente como si todo el tiempo ha pasado. Recuerda cuando se reunía con otros cantantes de la época y sus amores fugaces con algunas actrices en Caracas.
El cantante nocturno
Eran aquellos tiempos de Sandro, de los inicios del Puma, Los Terrícolas y Los Ángeles Negros. Recuerda como era Valencia en aquellos tiempos y de cómo ha vivido en el olvido de la gente. “Estoy bien, solo merezco un aplauso”, le dice a una señora que lo reconoce.
En algunas rockolas suenan sus canciones, como recuerda aquellas noches en los años setenta en las avenidas de Caracas envuelto en bellezas de la televisión. Y de cómo hasta había cantado en México y hasta en Colombia.
“Ya viene usted para acá”, le dice un joven el cual ni siquiera logra reconocerlo. Mientras el cantante y su vieja guitarra siguen llenando de música algunas esquinas de la capital. “Yo salí en una novela”, dice mientras la gente pasa sin mirarlo.
En la ciudad
Harapiento, a veces con frío anda, pero con la frente en alto… dice que hoy no se hace música y que la gente no recuerda a los boleristas viejos. “Yo cantaba algunas de Felipe Pirela”, dice a algunos hombres que lo ven con desprecio mientras sigue cantando…
Hoy por hoy recorre Valencia con el recuerdo de haber sido un gran cantante, aunque pocos lo recuerden.
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