Las arañas eran la pasión del Doctor Sam, pocos sabían de su afición a criar y a mantenerlas en un laboratorio clandestino en una ciudad de Hamburgo. Los marineros coreanos llegaban y le llevaban varias especies.
Era septiembre de 1963 cuando el hombre de la ciencia era cuidadoso con estas, los cuales las compraba de manera clandestina a los hombres que venían en barcos. Muchas veces intercambiaba dinero y botellas de licor para conocer más de estas especies.
“Las de Brasil y las de Australia son las mejores para mis experimentos”, decía en su laboratorio cuidándose de que su esposa Marce no lo descubriera. ¿Qué haces tanto en ese laboratorio?, le preguntaba la mujer.
Pero este inventaba cualquier pretexto, su meta era hacer cruces con el insecto de ocho patas. “No sé cómo las personas les tienen fobia, voy a crear nuevas razas de ustedes para todo el mundo y seré millonario”, decía Sam.
Encendía la luz y veía las identificaciones de cada una de las que coleccionaba en grandes frascos de vidrio. Tenía muchas especies de los cinco continentes… “tengo para crear una raza única de ustedes para el mundo”.
El escape de las arañas
Pero esa noche se sintió con sueño y se quedó dormido, sin darse cuenta, esa noche de invierno una de estas estaba fuera del envase. El doctor Sam sintió la picada mortal de aquella especie, comenzó a retorcerse del dolor, favoreciendo que todas las arañas cayeran al piso.
Veía como los envases de vidrio se rompían viviendo una pesadilla la cual se extendió por su casa. Marce su esposa avisó enseguida a las autoridades… pero los policías salieron corriendo del laboratorio… “hay muchas arañas”.
Apenas pudieron capturar parte de las que había comprado el doctor, pero la mayoría de estas escaparon internándose en un bosque cercano. Las personas aun se asombran de ver estas especies en los bosques cercanos…
**Esta historia es ficticia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
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