Era aquel último trimestre de 1989 en una Venezuela convulsa entre la política y los sucesos. El Rosario de Plata lo había bendecido Juan Pablo II y estaba en manos de una abuela. Diariamente Doña Teresa García rezaba as 50 flores a María.
Pero esa tarde octubre no era normal un escalofrío recorría su cuerpo y temía que algo pasara en la familia. Se despertó sobre saltada la madrugada de ese martes y apretó El Rosario de Plata. Sus dos nietos eran su adoración.
Doña Teresa le guardaba mucha fe al Doctor José Gregorio Hernández y comenzó a rezar esa madrugada. Estuvo pensando toda la mañana en sus nietos los cuales una nueva muchacha cuidaba. Pensó que era bueno prender una vela a la Virgen y rezar un poco
Luego del mediodía su hijo Adolfo llegó preguntando por sus críos. Adolfo era uno de los abogados más brillantes de Caracas. Doña Teresa le dijo que no sabía por qué no habían llegado sus nietos. La muchacha nueva había avisado que iría ese día al banco.
Pero esa tarde no regresó por lo cual la angustia tomó la casa, mientras Adolfo sospechaba que algo no estaba bien. Por su parte Doña Teresa hablaba con Martha la madre de los niños que también estaba presa de la angustia.
El Rosario de Plata, el secuestro
No apareció Cintya la muchacha que cuidaba a los niños. Doña Teresa se aferró a rezar y en efecto en horas de la noche una voz llamó a la residencia. Al otro lado del hilo telefónico un tipo distinguido daba el aviso del secuestro.
La familia esa noche no durmió mientras el Rosario de Plata aguardaba en la mesa de centro de la gran sala. Doña Teresa como pudo apenas pudo mantenerse con pan y te. Mientras Adolfo y Martha llamaron de inmediato a la entonces PTJ.
El comisario Wilmer Gudiño López era uno de los expertos en esos años. Era muy devoto de la Virgen y de la religión católica confirmó unas horas después que era un secuestro. Pero algo le llamaba la atención y era que no pidieron rescate.
Le dijo a Doña Teresa, Adolfo y a Martha de lo que estaba pasando, pasaron rápido cuatro días. Mientras al otro lado del secuestro estaba Cintya con los dos niños. La niña preguntaba insistentemente por el papá y la mamá. Al otro lado Dona Teresa rezaba.
La cariñosa abuela pedía a Dios por sus nietos, ya el comisario le sabia el modus operandi a los secuestradores. Pero algo era extraño era que no eran tan incisivos en pedir dinero. Doña Teresa le dijo al comisario que se llevara el Rosario de Plata.
El rescate
Wilmer Gudiño preparó todo ya sabía dónde estaba Cintya y su pareja que se escondían en una casa. La vivienda ubicada en Catia La Mar habían llegado con los dos menores y permanecían en el lugar. Oswaldo mejor conocido como El Alacrán reclamaba a Cintya.
El negocio de vender a los niños se había caído y estaban asustados en medio de la noche. El llanto de los niños se escuchaba en la casita de Catia La Mar. Gudiño apretó el Rosario de Plata en la camisa esa noche era el “entrompe” en el lugar.
Doña Teresa, su hijo y la yerna aguardaban en la casa, Gudiño tenía todo listo para llegar. ¡Quietos es la PTJ! Y se escucharon los disparos. Gudiño y la comisión recibieron disparos. Gudiño sintió que algo le quemó cerca del bolsillo izquierdo.
Afortunadamente el disparo que le dio Oswaldo El Alacrán lo detuvo el Rosario de Plata que llevaba. Unas horas después todo estaba resuelto y el comisario le dio a Doña Teresa parte de la camándula. Esta le salvó la vida.
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