Ramiro tenía la obsesión de comprarse un yate usado y hacer una gran fiesta con sus amigos. Siempre hablaba del viaje sin retorno y viajar por las aguas del Mar Caribe; había hecho magia en 1994 para salir ileso de las investigaciones bancarias.
No quería irse del país pero prefirió quedarse y guardar mucho dinero; estaba inmerso en negocios ilícitos que llevaron a la quiebra a varios barcos en Venezuela. Se había comprado la embarcación, además de apartamentos en la playa y hasta terrenos.
Todo lo tenía guardado y fingía ser siempre un hombre de negocios, estaba casado con Carolina; una mujer trabajadora administradora y honesta; que poco sabía de las andanzas de su esposo, sus negocios y hasta de sus amigos.
Venezuela había vivido una etapa gris en torno a los bancos en aquellos años 1993 y 1994; mientras él se escudaba y decía que los dueños de los bancos no supieron hacer negocio. Había guardado cerca de 200 mil dólares de aquellos negocios fraudulentos.
“Con ese dinero me da para vivir la vida, no me quiero ir de Venezuela, quiero estar aquí; aquí los negocios son más que productivos”, pensaba. El destino lo llevo a conocer a Mónica, una modelo que lo traía de cabeza; era veinte años menor que él.
Ramiro pensaba en la muchacha y en hacer una gran fiesta en su embarcación con todos los hombres de negocios; “un fin de semana con mujeres, bebidas y muchos placeres, no estamos lejos de eso” decía.
El viaje sin retorno en el yate usado
El yate lo tenía como una joya en la Marina de Carenero en el estado Miranda; “este fin de semana me escapó como sea, digo que tengo una reunión de negocios y me pierdo; no me calo la visita de los suegros y quiero escapar de mis chamos”.
No pidió mucha explicación del yate que había comprado lo veía como uno de los tantos negocios que había hecho. De hecho la persona que se lo vendió no le dio mucha explicación; tomó el dinero y listo.
Mónica veía en Ramiro todo lo que ella quería obtener, no veía edad y menos si había dinero de por medio. “Es un gran hombre de negocios y si me puede dar todo lo que quiero; me quedó con él”.
Recibía flores, bombones y le había puesto una guardaespaldas para que la cuidara. “Una mujer para que la cuide no voy a poner a un hombre a cuidar a mi noviecita”; decía a los amigos de negocios entre carcajadas.
Ramiro le gustaban las muchachas, que siempre tuvieran de 18 para arriba. “No con mucha inteligencia pero si de muchas caderas”, decía el hombre de negocios. Aquella fiesta se dio aquel sábado en la mañana.
Había planificado con varios de sus amigos fugarse, “todo el mundo aquí lo que quieres es vivir la vida”. Había quedado que todos sus amigos dijeran que iban una reunión en La Guaira; el yate era su sueño, aparte de las camionetas último modelo.
La huida
Aquella noche no tuvo buena noche soñaba que estaba atrapado y que se estaba asfixiando; pensó que era solo una pesadilla. “No puede pasar nada malo, yo soy un hombre bueno, que hago mis negocios y colaboro”.
Unas horas más tarde con su camisa floreada se fue de la casa escapando del stress y la rutina. “Yo solo quiero estar con Mónica el yate y los amigos, cuadrar negocios, dinero; y muchos placeres”; decía mientras bajaba de Caracas a Carenero.
La muchacha lo esperaría en el camino ya que unas amigas le darían la cola. Allí el hombre de negocios la espero en una de las bombas y se la llevó. “Mi amor esta noche la vamos a pasar rico; en ese yate, con los amigos”; decía. “Si mi bello esta noche la pasaremos bien”.
Ambos apagaban sus líneas Telcel de aquella época para que nadie los encontrara. En Carenero estaban todos sus cinco amigos con sus amantes. “Esta es la cumbre de las amantes con los hombres de negocios”, decía entre carcajadas.
El percance
Ya en horas de la noche mar adentro cuando todos estaban bebiendo y todos los hombres de negocios estaban ebrios; en la pequeña cocina comenzó un incendio que comenzó a propagarse por la embarcación.
Entre gritos e incluso la mayoría estaban dormidos mar adentro algunos se lanzaron al agua; pero era tarde las mujeres no sabían nadar y los hombres no pudieron salvarse. El yate se incendió y los hombres de negocios fallecieron.
Mónica quiso salvar a Ramiro, tratar de que no muriera pero sus esfuerzos fueron en vano. El hombre de negocios no pudo salvar el yate usado y menos su vida. Se desconoce que ocasionó el accidente; como solo había dos chalecos salvavidas.
Solo tres de las siete mujeres fueron rescatadas con vida por una lancha de las autoridades. Mientras los hombres de negocios quedaban al descubierto. Uno de los periodistas de la época decía; “si no se ahogaban las esposas los mataban cuando se enteraran; de la fiesta del yate usado”.
Los negocios de Ramiro quedaron al descubierto años después pero era tarde, nunca encontraron el dinero; lo encontraron culpable de los desfalcos bancarios de aquellos años; donde miles de venezolanos perdieron sus ahorros.
Se pudo conocer que hombre de negocios compró la embarcación de un hombre que había quedado en la ruina; precisamente tras la crisis bancaria originada en Venezuela en los años 1993 y 94.
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