Sonia y su hijo Ángel iban a salir esa tarde a hacer compras era un viernes de octubre en 2009 en Ciudad de México. Entre las llamadas del celular, Sonia contestaba el teléfono viendo a su hijo en el puesto trasero.
Ya al salir lo llevaba de la mano y en el estacionamiento, ve una camioneta negra pasar, soltó al niño mientras el joven ordenaba las bolsas; pero al voltearse el pequeño había desaparecido. La mujer vio la camioneta negra salir velozmente.
Aprovechando que el estacionamiento era libre las personas que iban en la camioneta salieron del lugar. Mientras Sonia cerraba el carro entre los reclamos del muchacho por la propina; salía a perseguir la camioneta.
Logró verla en la autopista pero la velocidad de ellos era mayor… la pesadilla llegaba a la maestra en la capital mexicana; ciudad donde viven 22 millones de personas. El volver a casa sin su hijo era para Sonia un calvario.
En la policía explicaba lo poco que había visto de la camioneta que se había llevado al pequeño. Sonia y Alberto, su marido empezaban a vivir una vida de sobresaltos; de colocar en redes sociales la foto del pequeño; de no tener respuesta.
El Ángel lejano
Eran noches de escuchar repicar el teléfono, de entrevistas en radio, y era duro escuchar la estadística de que cada día desaparecen 17 niños en ese país. Sonia, maestra de profesión estaba cada día enferma de los nervios.
Rezaba, hablaba por teléfono y renunció a su trabajo para poder dedicarse a la búsqueda de su hijo. “Mujer donde lo vas a encontrar, sabes cuántos niños se pierden en este país”; decía su marido Alberto.
Fueron pasando los meses poco a poco, mientras se veía en el espejo más demacrada mientras en la policía le informaban que no había pistas. Siete meses después, Sonia soñaba con su hijo que le veía su espalda y los lunares.
Recordaba una vez que fueron de paseo a una playa y el niño jugaba con la arena y miraba su espalda. Los sueños con la playa se hicieron repetitivos… y era aquella playa de Nayarit donde precisamente habían ido de viaje.
Un inesperado viaje
“Mi hijo está cerca de una playa”, le dice Sonia a su marido… “mujer sabes cuantas horas hay de aquí a Nayarit”. Un «no me importa» de la mujer era la contesta. “Además quien te dijo que está allí”.
Durante horas viajó en el carro, durmiendo en peajes, a las afueras de las delegaciones la mujer iba poco a poco acercándose al lugar. Precisamente ya había pasado un año y medio de aquel día, había adelgazado y enfermado de los gases. No tenía pistas ni nada, solo su instinto de madre.
Uno de los cauchos revienta y ya los repuestos los había agotado. Había visto unos kilómetros antes una casa donde se detendría a pedir ayuda… Al llegar sale un niño que la ve y comienza a llorar. A Sonia le parecía un sueño lo que estaba viviendo.
Unos ancianos repetían a Sonia que se lo habían encontrado en el camino… “nosotros lo encontramos aquí hace un año y medio”. Insistían que eran inocentes y al parecer lo eran, a Ángel lo habían abandonado en aquel octubre de 2009 en la carretera.
Curiosamente unos meses después leyendo el periódico descubre que en el lugar donde habían ido de vacaciones; y se habían hospedado unos meses antes, el dueño de la posada estaba ligado al robo de niños en el país.
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