Esta es la historia de una muñeca que jugó más con colores que con muñecas; que decidió salirse de la caja con todos sus accesorios y transformar garabatos por ilustraciones reales.
Su nombre artístico arropa una palabra que resulta referencial para la contemporaneidad y la obviedad, según el fotógrafo caraqueño Ronald Pizzoferrato -aka Malandro Photos-, quizás por eso algunos en su ignorancia, esperan algo más de street art.
Pero la verdad es que Isaboleta nació de la familiaridad de ser una “bolita de carne” para mamá, quién aún la llama así: bola, bolita, boleta. Es ya una marca personal que asume un sello único y fácil de reconocer, algo que todo artista visual anhela.
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El arte
La creatividad siempre pintó a su favor, desde pequeña había algo que estaba trazando lo que quiere hacer de por vida. Sin ignorar que creció en una familia llena de artistas.
Ciertamente existió la presión de la profesionalización, eso de “irse por lo seguro”, pero Isaboleta apostó por el arte, por lo que realmente le apasiona y se quedó con la carrera de Comunicación Visual.
No era con exactitud lo que buscaba, pero permitió que la imaginación hiciera de las suyas. “Me abrió demasiado la mente en cuanto a diseño, composición, teoría del color, psicología. Cosas que aplico hoy en día”.
En 2015 fue creando su propio espacio para compartir ilustraciones, sin mediar con algoritmos ni secretos en redes sociales. Lo que hacía, lo mostraba sin filtros.
Cada técnica fue perfeccionándola con la práctica y la sana obsesión de hacerlo cada vez mejor. “Soltando la mano”, dejando que el talento fluyera sin afincar demasiado.
“No puedo ver una hoja en blanco porque agarro un lápiz y empiezo a dibujar. Me atrae mucho el rostro femenino, me parece súper divertido de dibujar. Empecé con eso”.
La meta
Construyó la idea de no enfocarse en la ilustración convencional; Isaboleta quería destacar en otra área que, como muñeca al fin, era de su agrado: la moda.
“Estaba muy enfocada en que quería ilustrar, quería ser ilustradora de moda”. Y ese mágico empeño le hizo coincidir con Harper’s Bazaar Latinoamérica, revista que le daba la oportunidad a ilustradores de mostrar su talento en la última página de cada edición.
“Yo vi eso y dije, ‘yo quiero ilustrar, yo lo quiero ilustrar’”. Entendiendo lo que representaba llegar allí, no se lo tomó a la ligera. “No quería contactar o hacerme notar a gente que luego publicara mi trabajo y yo no estuviese conforme con ello”.
En la búsqueda de su esencia, también empezó la aventura. “No puedo esperar a que me consigan, yo también tengo que buscar”; y así logró conectar sus trazos con la icónica revista de moda. “Había logrado mi meta”.
Pero Vogue también era la cúspide. Meta que abrazó y desde el 2019 ella es la carabobeña encargada de darle color a las páginas de la revista.
En 2020 llegó Chanel, quienes, en búsqueda de algo diferente, encontraron en Isaboleta la oportunidad perfecta para hacer contenido creativo y colorido. Conexión que se mantiene hasta ahora.
“Es lindo ver que las marcas te ven con tanto potencial (…) Que vean más allá de lo que tú haces”.
Sus ilustraciones también han llenado de color a grandes marcas como Efraín Mogollón, Nayibe Warchausky, Marc Jacobs, Tarbay, L’Officiel Netherlands Magazine, entre otras.
Así que no resultaría extraño que dentro de poco celebremos un libro escrito e ilustrado por Isaboleta, una cápsula de moda o verla en un Fashion Week ilustrando en vivo. “Estoy en mente positiva que lo voy a lograr”.
La esencia
El secreto de Isaboleta ha sido ella misma. Un efecto inconsciente que se convirtió en la esencia de su trabajo, pues un gran porcentaje de sus ilustraciones llevan su rostro contando una historia o teniendo conversaciones y reflexiones propias. Una especie de alter ego.
“Yo creo que es el sello que representa a mis ilustraciones (…) Muchos artistas se plasman a ellos mismos en su trabajo, y eso es lo que también los hace únicos, las personas lo identifican mejor (…) Eso es lo bonito, que le pones mucho de ti a lo que estás haciendo”.
Así va Isabela Álvarez, ilustrando mucho de ella, de la moda y de la vida con el mismo pincel, sin dejar de ser boleta.
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