Era la década de los setenta y el ingeniero Pablo inspeccionaba el túnel del Metro que se venía haciendo en una ciudad cuando de pronto encuentra una bolsa de cuero. Le llamó la atención y no quiso abrirla al momento, al sonarla se escuchaban unas monedas.
Prefirió esconderlas en el morral que tenía para el trabajo. “Ingeniero lo veo un poco nervioso” le dice uno de los obreros… “no, no es nada, alacranes y arañas que se consigue uno en estos túneles”, dijo.
Pensaba en que eran morocotas, monedas de oro, ¿quién pudo guardar algo así?, sobre todo se acordaba de la textura que tenía la bolsa. Y hasta un dibujo que tenía la misma. “A lo mejor perteneció a algún faraón o a alguien importante”, pensaba.
Mientras iba de vuelta en el tren interno que tenía ya lista la estación en noviembre de los setenta. No quería decir nada a nadie ya que era algo que se había encontrado. “Si digo algo y es oro tendré que compartirlo. Mejor no digo nada”, decía.
Solo pensaba en llegar a la pieza y revisar aquella bolsa de cuero. En pocos minutos que tenía la misma guardada en el morral se moría por saber que tenía. “Sentí que eran como unas monedas pero no se de verdad que sea”.
La bolsa de cuero con morocotas
Ya en la pieza, se encerró, pasó doble llave y abrió con mucho cuidado el morral, sacando la pequeña bolsa. Veía el color de la misma y al abrir vio varias monedas de oro las cuales brillaban en aquel cuarto.
¡Soy rico!… el hombre tocaba las monedas las cuales pesaban… pero al mismo tiempo empezó a sentirse mareado. Sentía el estómago con un fuerte dolor, sudaba y se sentía que iba a desmayarse.
Horas después las personas llamaron al ingeniero pero este no salió y notificaron a las autoridades. Los policías prefirieron entrar con cuidado, llamando a otras agencias de seguridad, que se llevaron las misteriosas monedas.
Pudieron rescatarlo con vida, pero se sentía muy mal al llegar a uno de los centros de salud. Los médicos decían que estaba intoxicado. “Era como si las monedas y la bolsa de cuero tenían algo que me hizo daño”, decía.
El conjuro falso
Uno de los policías entra corriendo a ver el informe de la intoxicación del ingeniero y se sorprende con lo que leyó. «El ingeniero se intoxicó con alguna sustancia que tenía dentro la bolsa de cuero».
Existe una leyenda de que dichas bolsas de cuero eran protegidas por conjuros, pero es algo falso. Las monedas eran precisamente impregnadas con sustancias tóxicas para protegerlas de extraños.
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