En la guerra contra las drogas que libra el gobierno de Filipinas participa una diminuta sicaria que se dedica a sacar a tiro de las calles a los narcotraficantes.
Desde hace algunos años la asesina a sueldo quien tiene un hijo pequeño se gana la vida con su arma de fuego. Las autoridades filipinas desde hace algunos años mantienen una campaña contra el tráfico ilícito de drogas.
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Se trata de una guerra donde vale todo. La sicaria admite que ha matado a seis personas en dos años. Confiesa que trabaja bajo la directriz de su jefe, un oficial de Policía.
La diminuta sicaria junto a su marido son matones que habitan en un barrio pobre de Manila. Ambos carecían de ingresos hasta que se dedicaron a matar a narcos. Desde entonces ganan unos 430 dólares por encargo.
Admitió que durante su debut como sicaria estaba muy nerviosa porque era la primera vez. Ahora ya está acostumbrada. Las autoridades utilizan sus servicios porque puede acercarse a los hombres sin despertar sospechas.
Los medios de Filipinas reseñan acerca de una matanza masiva de narcos. Pero ella dice que ahora siente miedo. Teme que los familiares de las víctimas vayan cobrar venganza.
La pequeña sicaria
Además le preocupa que algún día sus hijos pregunten acerca de la procedencia de tanto dinero. “No quiero que nos recriminen que ellos pudieron vivir porque nosotros matamos por dinero”, confesó a la BBC. Asegura que quisiera dejar el equipo pero no puede porque su jefe ha amenazado con matar a quien lo haga.
El narcotráfico en Filipinas constituye un problema de grandes porciones. Distintas bandas se disputan territorios para el tráfico de drogas. La violencia desatada cobra cada vez más víctimas.
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Para neutralizar las bandas de narcotraficantes el gobierno se propone eliminar a los narcos y para ello utiliza los servicios de asesinos, entre ellos a la diminuta sicaria.
En la guerra caen grandes y pequeños distribuidores de drogas.
