Destapaban una botella de vino y la esperanza de Ricardo estaba viva y se sentía feliz; acababa de salir su divorcio y se sentía bien a sus 50. Sus hijos estaban grandes y seguros, de paso su trabajo como ingeniero tuvo buenos frutos.
Apenas las noticias y los mensajes de Whatsapp avisaban de una situación en China con un virus. El cual siempre lo tomaba a broma, a pesar de terminar y firmar el divorcio; pensaba en Mariana y sus hijos Diego y Alejandra.
“Ya todo el mundo está grande, y a mí me toca hacer mi vida”… decía el ingeniero que había cumplido los 51 años. Se sentía joven y lleno de vida, sabía que había sido un buen marido; aunque tuvo muchas amantes.
Glenda, su secretaria, Maria Esther su colega ingeniero; Reina la esposa de uno de sus amigos; y así muchas mujeres que habían pasado por su vida. El ingeniero le gustaba andar por la ciudad de Valencia. “Esta es la ciudad de mis amores”; decía con felicidad.
De vez en cuando hasta se daba una vuelta por la heladería de su amigo Concetto Di Tomassi; y hablaba con Jacinto Oliveros de la fotografía. Era un bohemio, conversador y a pesar de ser ingeniero le gustaba la ciudad.
La esperanza de Ricardo en la ciudad
“Caramba bien bueno ahora todo el mundo con el fulano tapabocas”; decía el ingeniero. Le tocaba coordinar ahora un trabajo el cual tenía que entregar; pero ya en marzo avisaron de los primeros contagios.
Pasó el susto de su vida cuando se vino de Caracas y en la Autopista Regional del Centro lo paró la Guardia. “Bueno y estos tipos con esos trajes y esas máscaras”. ¡Ciudadano póngase por favor el tapabocas”; le dijo uno de los uniformados.
“Bien bueno ahora esto yo quiero seguir con el bochinche de mi vida y ahora más”, decía. El ingeniero hasta le picó el ojo y le dejo una propina a la muchacha del peaje. “Esas vampiras lo que están es nené”; dijo mientras escuchaba a Bon Jovi.
“Yo soy un chamo aun y lo que quiero es vivir, mucho problema cuando uno está casado”… decía. Mientras tarareaba “Its My life” y le subía el volumen… El ingeniero se acomodaba los lentes. “Yo estoy vivo” decía… “Its My Life”…
De vuelta con Angélica
Al pasar por el peaje de Guacara vio a una mujer en una Ecosport color azul. “Todas las mujeres buenas de este país tienen un carro azul”; la siguió pues le pareció conocida. Y en efecto era Angélica la cual el ingeniero apenas pudo conocer por los ojos.
¡Mi amor tu no saludas! Le dijo desde el carro, el ingeniero se sentía saludable y feliz. Cuando la mujer lo vio acordaron detenerse en plena autopista. “Mi ingeniero bello eres tú” le dijo la mujer quitándose el tapaboca; y dándole un fuerte abrazo.
“Ahora la gente anda con esto de que distanciamiento, ven acá mi amor” y le dio hasta un beso. Angélica era contadora graduada de la Universidad de Carabobo; uno de los tantos amores que había tenido el ingeniero.
Acordaron de verse y salir, pero todo estaba cerrado y como ambos vivían solos dijeron que lo mejor era la casa. Ella lo esperó en su apartamento en Naguanagua; el ingeniero estaba feliz de encontrarla de nuevo.
Con apuro y sin medida
“La vida se hizo para vivirla papá”; decía el ingeniero civil mientras se perfumaba frente al espejo. “Me voy a i a ver a esta mujer sin tapaboca, si hay una alcabala me lo pongo”; cruzó por la Variante desde San Diego.
En aquella noche de tragos, risas, pasapalos y conversa ambos se reían de la nueva enfermedad. “Yo creo que la gente exagera, eso es para no trabajar; yo lo que quiero es llevarte a la playa”, decía el ingeniero.
A la bella contadora de ojos azules y algunas canas le seguía gustando el ingeniero. “Cónchale vale tu si estás bello”, le decía al ingeniero. La esperanza de Ricardo era vivir y viajar por el país; firmar contratos y hacer obras.
“Tú también estas muy bella y estas bien buenas tardes” le dijo el… al otro día otra vez una pelea con los albañiles en la obra. “Se me vienen a trabajar sobrios, y el que se quiera poner tapabocas que se ponga”; decía el ingeniero.
“Me interesa es que ustedes le echen pierna al trabajo” por dentro pensaba en el dinero que tenía y el que iba a ganar. En la noche veía los dólares que guardaba con celo; por supuesto pocos sabían que colocaba materiales de tercera en la obra para ganar más.
“Esto es un acuerdo con Merchán, el es un contratista estrella y yo el mejor ingeniero”. Acordaba siempre con el contratista ganar mitad y mitad en las obras que hacían. Conversó con el contratista y llevaba el tapabocas en el cuello.
Una tos seca…
El ingeniero había tenido una semana de agite, obras, contratos y pasaba para Caracas sin problemas. Había pasado unos días con Angélica la cual pensaba que era pronto para tener otra amante. “Bueno ya pasó… está buena”… decía.
Cuando venía de la capital sintió una molestia en el pecho y hasta una tos seca. “Bien bueno lo que falta ahora una gripe”… Cuando llegó a su apartamento en San Diego se sintió hasta mareado y con un fuerte dolor en los huesos. Esa noche el ingeniero se bañó y se tomó dos pastillas de acetaminofen pensó que se iba a morir.
Le dolían las encías, además de una tos persistente… “esto si me está asustando”. Al otro día dijo que no iba a trabajar pero la fiebre era persistente. El ingeniero llamó a un amigo médico para que lo reconociera.
En efecto era uno de los primeros casos positivos de COVID 19. “Mi recomendación es que te internes. Tú estás infectado de coronavirus”; le dijo el doctor Maranello. “Caramba ingeniero usted está grave”, le dijo el doctor.
La pesadilla de estar vivo
Sus hijos enseguida respondieron a pesar de que estaba infectado y no se despegaban ni un momento de la clínica. En apenas unos días sintió que se iba a morir; estaban en aquel cuarto Mariana su exesposa y sus hijos. El ingeniero se debatía entre la vida y la muerte.
Entre fiebre y dolores le explicaba a su esposa donde estaban los dólares que tenía guardado. “Todo el dinero se te va a ir aquí, pero lo importante es que te salves”… le dijo su exesposa. “Yo pajareando con otras mujeres y me tuvo que cuidar mi ex”, la esperanza de Ricardo era seguir con vida.
Los dolores no los aguantaba mientras Mariana tuvo que moverse por más dinero para el tratamiento del ingeniero. Su exesposa le dice viéndolo a los ojos… ¿supiste que la contadora esa que tú conoces Angélica se murió?.
“El coronavirus la mató en pocos días, estaba complicada con otras enfermedades”; el ingeniero no contestó. Sentía de todo mientras su exesposa se encargaba de las cuentas de la clínica. “Yo tengo que responder por su papá”, decía Mariana a sus hijos.
“Dios mío señor… perdóname por tanta maldad que yo hice, me gradué empujado y con chuletas”; `pensaba el ingeniero. Aquel instante vio como le avisaban más y más casos de aquella terrible enfermedad.
Vivo pero…
No sabe cuántos médicos lo trataron para salvarlo, pudo poco a poco recuperarse. “Estas vivo de milagro ingeniero”. Sentía secuelas, supo que Merchán también estaba grave y murió unos días después; pero la esperanza de Ricardo estaba viva.
Su ex esposa mientras lo van sacando de la clínica ya recuperado le dijo… ¿supiste que Merchán era amante de Angélica?. El ingeniero no decía nada, sentía que la vida le había dado una oportunidad.
Sigue en Valencia, curado y ahora si se ha vuelto un defensor del tapabocas; mientras lucha de nuevo por ganarse el amor de su exesposa. “No todo está perdido, al menos me salvé de este virus mata gente”; dijo el ingeniero.
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