miércoles, diciembre 11, 2024
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La leyenda de la chaqueta del camionero

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Pablo manejaba su Kenworth a las afueras de Medellín, la chaqueta del camionero era indispensable por el frío en el vecino país; aprovecha de saborear un tinto mientras baja la velocidad de la gandola, conocida en ese país como tractomula.

La fría madrugada apuntaba a que el viaje sería largo por las carreteras neogranadinas. En una estación de servicio, queda prendado de una joven de cabello negro y cuidada figura. La cual solo vestía un muy claro vestido blanco.

El camionero pasó cerca de la muchacha la cual parecía sola a la salida de la bomba de diesel. Se detiene y la muchacha se sube de una vez al camión… “será que me lleva… voy cerca”. A Pablo no le disgustó…

La muchacha temblaba de frío aquella fría madrugada… “No tengo tinto pero… ponte la chaqueta”. La joven estaba fría cuando él le toco la mano para ayudarla a subir. “Yo vendo flores en el cementerio Universal de Medellín”, le dijo ella sonriente.

“Me deja allí donde está esa casa”… la muchacha se bajó pero Pablo prefirió seguir… No le importó que se llevara la chaqueta, aquella noche Pablo estaba inquieto. Algo le decía que no debió dejar que se llevara la chaqueta.

La chaqueta del camionero

Aprovechando el regreso… Pablo se detuvo en la casa al lado de la vía… tocando la puerta donde se bajó la muchacha. “Estoy buscando a la joven que vive aquí”… Pero un frío y sonoro “ella ya no vive aquí” se encontró de parte de una dama que le tiró la puerta en la cara.

Pablo insistió y la mujer de edad avanzada le dijo… “vaya al cementerio Universal”” ella está allá”. La inocencia del camionero, lo llevó al lugar. Unas horas después un hombre se sorprende de la pregunta del camionero… ¿usted no ha visto a la joven que vende flores aquí?

Pero el cuidador del cementerio se persignó ante la pregunta del camionero… El hombre le respondió con un… ¡sígame para qué vea!. Tras caminar por unas tumbas olvidadas… la chaqueta de Pablo colgaba en una cruz.

“No me pregunte como llegó esto hasta aquí”… le dice el hombre a Pablo… “váyase tranquilo y olvide lo que pasó… no le dé colas si la vuelve a ver”. Pablo desde esa noche prefiere no dar colas a las muchachas que consigue en la carretera.

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