Era mayo de 1988, Raimundo apuraba el paso en la avenida Bolívar de Maracay, cuando una sombre en la Plaza le heló la sangre. El hombre acababa salir de las labores en uno de los diarios de la ciudad jardín.
Mientras encendía un cigarrillo se quedó con la boca abierta al ver como una sombra de mediano tamaño le estaba siguiendo desde la plaza. Evitaba voltear mientras sentía que las manos le temblaban de miedo.
“Lo que me faltaba ahora esto”, decía mientras iba a caminando a paso apurado mientras sintió que la brisa fría le dejaba la piel de gallina. No quería pensar en lo que había visto, había pasado por la plaza a eso de la una de la madrugada.
Para ese tiempo la ciudad jardín era apacible y sin tanta gente merodeando en la noche. Comenzó a tararear una canción de Ismael Rivera con el fin de calmarse. Pero de repente escuchaba como los perros comenzaban a ladrar.
“Es como si estuvieran viendo algo”, decía el hombre, iba a paso rápido cuando sintió que la brisa fría estaba muy cerca por lo cual corrió. Se estaba ahogando entre el cigarrillo y el susto… “bueno que es esto pues”.
La sombra en plaza
Estaba un poco calmado y el camino para llegar a su casa estaba cada vez más lejos… fue cuando volvió a ver la sombra que lo estaba siguiendo por lo que tuvo que correr. Al llegar a la plaza Girardot, donde está la catedral vio que lo que le estaba siguiendo desapareció.
El hombre llegó a su casa en veloz carrera viendo que todo estaba en orden, e incluso había algo de calor ya que la casa estaba cerrada. Desde esa noche comenzó a utilizar el transporte del diario para poder llegara a su casa.
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