Eran las dos de la madrugada, cuando Magaly escucha unos pasos en la sala de espera. La madrugada estaba solitaria en uno de los centros médicos de Valencia. Era el año 2011, la doctora estaba de guardia y pendiente de los pacientes.
Le pareció escuchar pasos, no quiso avisar a las enfermeras, para no alarmar, prefirió ella misma hacer un recorrido por el pasillo y buscar agua. Vio el reloj y eran las 2:13 de la madrugada cuando escucha pasos por la escalera.
Eran pasos fuertes, pensó que eran los vigilantes que siempre andaban recorriendo el centro clínico. Pero esperó y no salió nadie de los pasillos de las escaleras. Cuando se devuelve apagó una de las luces principales dejando una luz muy pálida que iluminaba el pasillo.
Se sentó en el consultorio solitario y decidió ver el celular, de donde se había sentado tenía mirada al pasillo. Cuando sintió que pasó una sombra por el pasillo, lo que hizo que se parara de inmediato.
La sala de espera
Respiró profundo, ya que aquella sombra silenciosa le heló la sangre. Magaly se volvió a sentar como se acercó al pasillo para encender la luz. Buscaba espantar el miedo viendo por la ventana una ciudad solitaria y en calma aquella noche.
Con poca circulación de carros por la avenida, volvió a sentir ruidos y pasos en las escaleras. Como murmullos de personas que iban… ¿pero quién andará por allí?, dijo la doctora viendo hacia el pasillo y acercándose a las escaleras.
Le pareció una madrugada misteriosa, con ruidos extraños, además de sombras, como sintió como si alguien le estuviese mirando. Pero prefirió quedarse tranquila, hojear uno de los libros y esperar el pasar de las horas.
Magaly terminó la guardia aquel día, no sin antes preguntarle a los vigilantes se habían escuchado ruidos. “Aquí siempre se escuchan esos ruidos, como de personas que pasan por las escaleras. Pero cuando nos asomamos no hay nadie”, le dijo uno de los centinelas.
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