“El ejercicio del periodismo es altamente delicado. Un periodista debe verificar su fuente y tratar en lo posible de ser imparcial. Tiene que prepararse todos los días. El periodista va a investigar, va a indagar, va a meter los ojos mucho más allá”.
Wilmer Rafael Hernández sabe lo que dice.
Minuciosa descripción de la que sobresale una innegable realidad: aunque muchos jueguen a ser comunicadores, no todos pueden ser periodistas.
Desde su natal Maracay, entre el béisbol y la música, Wilmer se enamoró poco a poco de una o varias pasiones. Los medios convencionales hicieron su aporte en la niñez y el periódico dio la estocada final.
“Mi papá acostumbraba a comprar tres periódicos todos los días. El Nacional, La Esfera y El Mundo. Eso me llevó a buscar inicialmente las comiquitas. Me llamaba poderosamente la atención como a todo niño (…) Pero el hecho que me marcó de verdad, yo tenía 5 años en el 57, fue cuando la famosa perrita Laika fue lanzada al espacio. Ese titular no se me olvida jamás”.
La prensa también lo acercó a un fascinante amor por el que aún suspira, los Beatles. “Yo no me entero de los Beatles por sus canciones, sino por las reseñas que hizo el medio impreso”.
Siendo un muchacho, Wilmer Rafael Hernández tenía la costumbre de escuchar todas las emisoras, las pocas que apenas existían en aquella época, con la misión de pescar cuántas veces sonaba la canción de moda, la del momento.
“La canción de Mirla sonó 8 veces y la de Leo Dan, sonó 20 veces. Era como tener la revista Billboard, pero en una edición doméstica. Muy para mí”.
La decisión
“Jamás pasó por mi mente el hecho de ser locutor, yo quería era ser periodista. Yo quería redactar”.
Su profesor de Castellano y Literatura, Santos Martínez, se empeñó con paciencia y fue una pieza clave para encaminar a Wilmer a ese anhelo.
“A mano yo redactaba unas 16 o 24 páginas y se las llevaba a mis compañeros de segundo año de bachillerato (…) ¿El contenido? Música, programas de radio, los resultados del béisbol. Prácticamente entre jugar pelota de goma y hacer esa especie de periódico pasaba mi tiempo”.
Con ese afán desmedido por comunicar, Wilmer Rafael Hernández fue el locutor más joven de Venezuela después del valenciano Aldemaro Romero; convirtiéndose incluso, en locutor antes que bachiller.
“En Carabobo se funda una emisora en febrero del año 35. El señor Eduardo Vásquez Romero, el director, en 1937 le da oportunidad a su sobrino Aldemaro Romero de leer una cuña cuando apenas tenía 9 años. Lógicamente no existía ningún reglamento en la materia”.
Cuando eso sucedió, Wilmer, con apenas 16 años, el tercer año de bachillerato aprobado y venezolano, que era el tercer requisito, obtuvo su certificado de locutor.
El examen para aquel entonces se basaba en cultura general, el reglamento de la radio y la improvisación.
“Gilberto Correa en una entrevista, dijo algo interesante: ‘Independientemente hagas o no un curso de locución para prepararte, tu certificado de locutor significa la carrera más económica, la más barata del planeta’”.
Wilmer confiesa que, con menos de 60 bolívares para aquel entonces, “podías tener en tus manos una carrera. Algo sumamente delicado”.
¿Haiga y hubieron?
Pero cambiaron las cosas, los requisitos y en el año 1995, el profesor Adolfo Herrera, le da la bienvenida al curso de locución respaldado por la Universidad Central de Venezuela. “Eso fue un gran avance, porque comenzaron las cosas a mejorar, se hicieron más fuertes las exigencias”.
Sin embargo, ese abismo sigue amenazando a la radio de hoy y quizás a la de mañana, dejando los accesos y micrófonos abiertos a voces bonitas sin emoción.
“No se concibe que un locutor diga haiga al aire, o diga darse de cuenta, o te siga repitiendo el hubieron”. Un recordatorio para atender y mejorar.
La reacción
El sueño de estudiar Comunicación Social se pospuso unos 25 años. “Dicen que el tiempo de Dios es preciso, es exacto, es perfecto. Y me alegra haber estudiado con la experiencia y edad que tenía”.
Fue en 1994 cuando Wilmer empezó esa aventura en un núcleo que tuvo la Universidad Católica “Cecilio Acosta” de Maracaibo en Valencia.
Ya el arte de la locución tenía varias horas al aire en la vida de Wilmer junto a Radio Latina, la primera estación FM fundada en la ciudad que lo adoptó como suyo, y donde estuvo gustosamente durante 31 años, un mes y 26 días.
Estando allí surgió una idea, un proyecto y una necesidad profesional; “quiero manejar opinión, quiero manejar más información, quiero hacer entrevistas. Le fue dando forma a ese programa, tenía unos 15 títulos y finalmente dije: lo que yo quiero hacer es una reacción en cadena”. De inmediato le dieron luz verde.
Dejando a un lado otras valiosas propuestas y oportunidades, el 6 de marzo de 1995, a las 6 y 30 de la tarde, estaba al aire la primera emisión de Reacción en Cadena con un line-up de alto nivel. “Así comenzó y ya son más de 28 años”, ahora desde MAX 92.9 FM.
La pauta
Wilmer Rafael Hernández ha sido narrador de noticias en televisión, ha contribuido a la formación de nuevas generaciones de comunicadores y locutores, ha sido editor de una revista, locutor, un gran maestro, director general de su actual casa radial, pero en más de 50 años de carrera comunicacional le queda una valiosa pauta pendiente.
“El retiro va a llegar en algún momento, pero si tengo otra cosa en mi mente la tengo clarita, Wilmer quiere regresar a esa inquietud inicial de querer redactar”.
Ya existen tres publicaciones transitando por las calles, otras están refrigeradas y un poemario que no tarda en salir del horno.
Pero, ¿cuál sería el primer tema o noticia que redactaría Wilmer Rafael Hernández? ¿Los Beatles? ¿Emma Watson o el béisbol? ¿Cómo sería ese primer titular?
Seguramente no faltará una frase que ha repetido desde 1968: “Optimismo es progreso”.
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