jueves, noviembre 21, 2024
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Trazos de Identidad de Andrea Jerez, poeta y tatuadora contemporánea

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Andrea Jerez, nacida en 1997 en Mérida, Venezuela, se destaca como poeta, diseñadora multimedia y tatuadora. Originaria de Tovar, un pequeño pueblo en los Andes venezolanos, emigró a Buenos Aires a los 18 años, estableciendo su hogar en la capital argentina. Su obra poética se centra en la identidad de los inmigrantes venezolanos en Argentina. La salud mental, la exploración de historias familiares y la reinterpretación de mitos y leyendas desde la perspectiva del exilio.

Publicada en la antología «CAMPO» por el grupo Camalote, así como en la revista «POESÍA» de la Universidad de Carabobo y la 7ma antología de poesía joven Rafael Cadenas, Andrea ha dejado una marca significativa en la escena literaria y entre los poetas venezolanos. En 2023, la poeta Andrea Jerez lanzó su primer libro de poesía, «Rostros en la madera», a través de Ediciones del Dock. Con esto fue que recibió reconocimiento con una beca de creación del Fondo Nacional de las Artes Argentina.

No solo limitada a la literatura, la poeta Andrea Jerez es cofundadora de Pumarosa Estudio. Un espacio que fusiona tatuajes contemporáneos y galería de arte, destacando el tatuaje como una forma única de expresión artística.

Adopta el heterónimo «Ámbar» en su identidad como tatuadora, incorporando interpretaciones visuales de poemas en sus diseños. Acá tienes unos extractos de los poemas de «Rostros en la madera» y una serie de poemas inéditos que capturan la esencia cruda y auténtica de su arte.

MAMBA NEGRA

Quiero arrastrarme entre las rocas
como una mamba negra
que prepara su nueva piel
antes de la muda.
Para tener escamas gruesas
primero hay que fantasear
con las escamas gruesas.
Espiaré desde el riachuelo
al señor que apaga un cigarrillo
en el lomo de un caballo,
veré cómo los insectos invaden la noche,
encontraré mi reflejo en el agua
y sacaré la lengua, pelaré los colmillos,
me acostumbraré a estos ojos
completamente negros.
No tendré miedo a la furia,
mi veneno también es
sabiduría de la naturaleza.
Podré enrollarme en la pierna
del leñador que me persiga
o morder a la mujer
que juegue conmigo.
Cuando sea el momento
ni me daré cuenta,
en la base de un árbol
quedará tendida
mi piel vieja.

MUJER PICHÓN

Mujer pichón dormía en un huevo translucido
la tarde que salí por bosque pino.
Tenía la piel babosa, desplumada
y los ojos perdidos en la neblina del valle.
La vi esconderse entre los restos de cáscara
hasta que dio sus primeros pasos
y destrozó el nido buscando comida.
Mujer pichón no murió de hambre,
encontró lombrices en las grietas del árbol.
No murió de sed, chupó su pelo
después de cada lluvia.
Una mañana, cuando terminé de cantar
la vi tambalear en el borde de una rama.
Mujer pichón está triste, quiere camuflarse
entre las hojas secas y las piñas del bosque,
sabe que no puede aletear con esos brazos flacos,
con esa cola pelada, con esas patas inservibles.
Podría acercarme y ayudarla,
pero es de humanos resolver el destino del otro,
los pájaros dejamos que la naturaleza
siga su curso.

DILEMAS RELIGIOSOS

Sería fácil tener fe,
caminaría por estas calles
sintiéndome protegida
como una paloma que se esconde
entre el pelo hípster de Dios.
No correría por las noches
de camino a casa, al contrario,
entraría a esa disco under
donde se emborrachan los Ángeles
de camisas de flores y lentes oscuros.
Si creyera en ellos, dejaría que uno
se acercara y me agarrara
las caderas con respeto
para dejarme llevar.
Bailaría con la confianza
de que mi vida pende
de su música divina
cuyo final está escrito
y no hay nada
que pueda ofrecer
para cambiarlo.

Puedes seguir leyendo: El Festival de Poesía Mediterrània y el compromiso con la inclusión y la solidaridad

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