El escondite de Bin Laden durante los últimos diez años de su vida recordaba las historias de las Mil y Una Noches. Un aura de misterio y exotismo rodeaba al escurridizo personaje. Especulaciones de escondites subterráneos iban y venían. Hasta un profesor del Tecnológico de Valencia llegó a especular frente a sus estudiantes podía estar oculto en el pueblo de Los Guayos.
Una década en busca y captura, escondido, proyectando su poder y su influencia ideológica desde las sombras. ¿Qué podría hacer un hombre durante tanto tiempo escondido?
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Lo que se pensaba era que montaba nefastos planes contra los poderes occidentales. Pero resultó que acumulaba porno. Las implicaciones de la curiosa colección del autor intelectual del ataque al World Trade Center es el tema de un artículo de Magnet.
Los archivos de Bin Laden
Cuando en 2011 un equipo de los Navy Seal asaltó su residencia en Abbottabad, Pakistán, puso fin a su ocultamiento. Bin Laden murió aquella noche. Sus pertenencias no. Entre ellas, ordenadores y discos duros. Al abrilos, los sorprendidos agentes de la CIA se encontraron con una gran cantidad de material pornográfico. Como era de esperarse, el hallazgo se usó para degradar la imagen del líder islámico.
Pero más allá de la actitud viciosa que se suele relacionar con la pornografía, surgen otras posibilidades. Una consideración más profunda ha revelado que se puede tratar de un asunto logístico. Es decir, que Bin Laden guardaba en sus toneladas de porno, mensajes en clave que los correos entregaban a otros líderes.
Consciente del valor que representaba su captura, Bin Laden restringió sus comunicaciones al mínimo. También su huella digital. Sus contactos con otros miembros de la banda terrorista se realizaban mediante correos humanos. Esta especulación es mucho más razonable tomando en cuenta la conducta de un hombre de tan hondo radicalismo religioso.
Hombres después de todo
En 2017 la CIA difundió parte de los vídeos incautados. 470.000 archivos y 321 gigas repletos de documentales de Netflix, películas infantiles y una impactante cantidad de porno. En su día, expertos como Dan Byman, profesor en Brookings, trataron de atribuirlo al aburrimiento: «Cuando estudias a grupos terroristas, algo que siempre impacta es su lado humano. No pasan toda su vida conspirando. Tienen un montón de porno, como todos los hombres del mundo».
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Pese a su fama de hombre humilde y calmado, Bin Laden guardaba numerosos reportajes y documentos que hablaban sobre él. Tenía ego. Igualmente podría guardar porno, más allá de su naturaleza integrista, casta y pía.
Quizá presionada por el creciente interés en el misterioso y fascinante porno de Bin Laden, la CIA se vio obligada a aclarar en 2017 que jamás lo difundiría. Mientras tanto, flota sobre el pecaminoso hallazgo, la incógnita de su verdadero propósito.