Tras haber transcurrido los primeros seis meses de coronavirus, la ciencia aún intenta desentrañar los misterios y secretos de la enfermedad.
Desde que la Gripe China estalló y comenzó a correr como pólvora por el mundo ya ha pasado medio año. En aquel momento las autoridades chinas ante la presión internacional tuvieron que admitir la presencia del virus. Trataron de ocultar las evidencias, pero las infecciones no podían ocultarse.
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Hasta la fecha se desconoce cuándo y dónde saltó el virus de los animales a los humanos. La transmisión del murciélago a un huésped intermedio, tal vez un mapache, y luego a los humanos se considera probable.
Los virólogos chinos publicaron la estructura del genoma del coronavirus el 21 de enero. Esto permitió a los médicos y microbiólogos de todo el mundo comenzar a tratar de desarrollar medicamentos y vacunas. Desde entonces se inició la carrera global para encontrar la vacuna.
Mientras tanto, se comprobó que el virus ataca la garganta y los pulmones. El mayor peligro de infección es el de contagio directo por contacto o a través de aerosoles. Se propagan por los sistemas de aire acondicionado.
A seis meses de coronavirus el peor lugar para contraer la enfermedad son las habitaciones abarrotadas de personas. De allí que la civilización quedó confinada con medidas de aislamiento. Se cerraron centros comerciales, empresas y se cancelaron eventos multitudinarios.
Las mascarillas se establecieron en casi todos los países como medida de prevención. No obstante, ha establecido en casi todos los países del mundo. Sin embargo, expertos sostienen que las mismas son ineficaces. Dicen que detrás de los tapabocas se esconde un gigantesco mercado donde China saca la mejor tajada.
Balance de seis meses de coronavirus
Por ahora lavarse las manos con frecuencia y mantener el distanciamiento social son las acciones más recomendadas. El principio se creía que el coronavirus era una simple gripe. Pero los resultados muestran que la Gripe China es tan devastadora como la Gripe Española de 1918.
También se conoce que los ancianos, las personas con grupo sanguíneo A y los hombres corren un mayor riesgo de enfermarse y fallecer.
Se comprobó que existen formas leves de COVID-19 que se presentan como un resfriado. Los síntomas típicos son dolor de garganta, problemas respiratorios y pérdida del sentido del olfato y del gusto. Sin embargo, los casos severos conducen a una enfermedad multiorgánica y por último la muerte.
Ataca tejidos de los enfermos
En este cuadro el coronavirus ataca los tejidos y los órganos del paciente. Todo depende del sistema inmunológico del paciente. Algunos recibieron respiración artificial (intubación) en una etapa temprana, pero fallecieron de todos modos.
Los especialistas en pulmones opinan que la respiración artificial bajo sobrepresión puede hacer más daño a los pulmones que ayudar. Tras seis meses de coronavirus la intubación es ahora el último recurso para mantener vivo al enfermo.
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Pero en otras oportunidades cuando los riñones están dañados de manera severa es necesaria la diálisis. Las investigaciones médicas sostienen que el único fármaco que hasta ahora ha demostrado acortar el curso de la enfermedad es el Remdesivir. Por eso es tan disputado en el mercado. Reduce el proceso de recuperación por unos pocos días en los pacientes que reciben oxígeno. Pero no mejora sus probabilidades de supervivencia.
En la actualidad cerca de 160 proyectos de vacunas se ejecutan en diversos laboratorios. Cinco de ellas se encuentran en fase de ensayos con seres humanos. Los optimistas creen que la vacuna podría llegar al mercado para poco antes de finalizar el año.
